Desde marzo, el Gobierno Federal intenta saldar una deuda con el país vecino. Una deuda derivada de un tratado internacional que se firmó en 1944. Un tratado internacional sobre el intercambio de agua con la frontera norte. Un tratado que, si fuera revisado, que, si fuera leído, se vería con toda claridad que es mucho más benéfico para nuestro país que para los americanos.

Sin embargo, a partir de bloqueos carreteros, de vías férreas, tomas de presas y protestas, los agricultores de Chihuahua han impedido saldar esa deuda. Otras presas en estados como Coahuila y Tamaulipas, ya han aportado la parte de agua que les corresponde, sin embargo, Chihuahua se niega hacerlo. A pesar de los buenos oficios, de la política de diálogo y cordialidad que el gobernador Corral ha ejercido. ¿Por qué?

El tratado internacional dispone que el estado mexicano tiene que aportar una parte específica de agua al río Bravo cada cinco años, mientras que los mexicanos podemos pedir cuándo queramos la cantidad de agua que necesitemos y esta será abastecida al Río Colorado. Hay tiempos de sequías, en ocasiones la lluvia no llega, en otras, se necesita más agua porque hay más plantíos. Nosotros pagamos una cantidad fija, los americanos, pagan lo que requerimos. Por ello, mantener el acuerdo, ha resultado vital para la agricultura y ganadería de nuestro país.

Es un tratado que ha beneficiado a los mexicanos, pues en sequía extrema, en momentos de escasez rotunda, tenemos la carta jurídica de solicitar las cantidades necesitadas. Sin embargo, los americanos, como es obvio, están buscando cualquier pretexto para deshacerse de ese acuerdo firmado hace más de 50 años. De permitirse eso, los únicos que saldríamos perdiendo somos toda la sociedad mexicana.

El reclamo de los chihuahuenses suena legítimo: ¡nos estamos quedando sin agua! Un reclamo que golpearía en el corazón de las necesidades más básicas del ser humano. Sin embargo, esto, como se ha corroborado, no es verdad. Los agricultores ya cubrieron el ciclo de riego para este año y hay agua suficiente para cubrir casi todo el ciclo de riego del siguiente año (sin tomar en cuenta de que aún no comienza la temporada de lluvias en la región), aún pagando el agua adeudada.

Entonces, ¿por qué los vemos en las calles, por qué en las presas enfrentándose a la Guardia Nacional, como si todo dependiera de ello?

Será que atrás de este movimiento están los intereses de un grupo de políticos que su único propósito es desprestigiar a un partido; a un gobierno. Un grupo que por encima de cualquier consideración para la gente honesta que trabaja, prefiere mantenerlos engañados para golpetear al gobierno federal y al gobierno local con el único ánimo de hacerse del poder.

Con elecciones en puerta, la danza de los engaños y las farsas comienza; los movimientos y los reclamos sociales, movidos por los motores de la mezquindad, de la avaricia y el egoísmo político comenzarán. Corral ha manejado las relaciones entre el Gobierno Federal y los agricultores con gran destreza y oficio. Sin embargo, un político de su calidad, enorme, se encuentra en una encrucijada frente a su pueblo y el Presidente también, pero ante el cumplimiento de la Ley.

¿Cuántos grupos sociales no se dejan mover con los cilindros de esos motores a riesgo de perder la vida, la integridad o el patrimonio?

El pasado 8 de septiembre, cuando más de 2 mil agricultores tomaron la presa La Boquilla, en Chihuahua, las acciones del gobierno federal mostraron una nobleza política incomparable: retirar la Guardia Nacional, pese a que se cerrarían las compuertas de la presa imposibilitando el pago del Tratado Internacional en perjuicio de todos, pero tan sólo para no dañar físicamente a unos cuantos. Todos sabemos que están siendo guiados por la más grande de las mezquindades políticas, pero parece que ellos no se dan cuenta.

Magistrado del PJCDMX y exembajador de México en los Países Bajos

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