Un sentimiento de desasosiego se expande cada vez más en el país; se arraiga, se endurece, se amarga y no estoy seguro que nos esté llevando a algún lado; se ha soñado, pero no se ha avanzado. No son problemas generados en el hoy, son problemas que venimos arrastrando desde hace décadas; problemas en los que no hay más culpables, que nosotros mismos: como pueblo, como sociedad, como nación, en general.
Hay verdades irrenunciables que no se pueden contrarrestar con las palabras, ni con el discurso: México ha cambiado su fisonomía, y el físico que está adoptando no es el que antaño soñamos; no es prometedor, no es amigable, no es confiable, no es seguro. Es realidad palpable, que se olfatea, se visualiza y se percibe con el resto de nuestros sentidos. ¿Qué nos ha pasado?
¿Qué nos ha pasado? Que poco a poco nos hemos ido descomponiendo y hemos destruido todo lo levantado durante dos siglos. Las instituciones, que sin referencia a partidos o a ideologías, han venido en decadencia, en su profesionalización, en su idealización, en su eficacia, en su importancia.
¿Qué nos ha pasado? Que vemos mexicanos (en general, sin etiquetas ni estigmas) muriendo en la espera y en la zozobra, porque otros mexicanos no están preparados para atenderlos, para cuidarlos. ¿Qué nos ha pasado? Que encontramos estudiantes que ya no estudian, artistas que ya no generan, agrícolas que ya no cultivan, emprendedores que ya no emprenden. Dónde quedaron los mexicanos comprometidos, la gente trabajadora, los mexicanos que creen en nuestra gran familia, los que tienen intereses y sueños, los que querían construir una vida y que deseaban vivirla en paz, en bienestar y en armonía.
¿Qué nos ha pasado? Que los mexicanos ya no nos asombramos ni nos preocupamos por nada y ante nada. Hay más muerte en el país que la generada en guerras enteras. Llevamos décadas en las que sólo la violencia aumenta, junto con nuestro cinismo y nuestra indiferencia ante la necesidad y el sufrimiento humano.
¿Qué nos ha pasado? Que sólo culpamos al gobierno, que hace lo que está en sus manos, para deslindarnos de nuestra propia responsabilidad.
¿Qué nos ha pasado? Que ya sólo encontramos la crítica y nunca la propuesta o la iniciativa.
¿Qué nos ha pasado? Que ya no nos hacemos responsables por nosotros mismos, por ser mejores, por estar unidos, por formar una “sociedad” y una “civilización”. ¿Qué nos ha pasado? Que llevamos más de una década quietos mientras la realidad nos rebasa.
¿Qué nos ha pasado? Que mientras el mundo busca soluciones en el futuro, nosotros buscamos culpables en el pasado.
¿Qué nos ha pasado? Que no nos hacemos responsables de nada y culpamos a todos por nuestra incapacidad y negligencia.
¿Qué nos ha pasado? Que entre más avanzamos, más retrocedemos. Que ya no tenemos ganas de construir un país, ese país que hace un siglo soñamos.
¿Qué nos ha pasado? Que hemos perdido el entusiasmo; el entusiasmo de ser mexicanos.
Magistrado del Tribunal Superior
de Justicia de la CDMX y ex Embajador
de México en Países Bajos