Uno de los principales obstáculos para la implementación de nuevos procedimientos reside en convencer al usuario y a distintos actores de que el cambio vale la pena, la utilización de herramientas informáticas en la vida cotidiana permite optimizar tiempo y recursos, la resistencia que añejamente obstaculizaba esta evolución, ha cedido en distintos planos y el electoral no es la excepción.
El uso de la tecnología y los medios digitales en la organización, desarrollo y vigilancia de los procesos electorales ha evolucionado a la par de las elecciones, la necesidad de transparentar y hacer más eficientes y eficaces los procedimientos que se utilizan en el ámbito electoral y la exigencia social por estar mejor informados, han contribuido con su más amplio uso, pues permiten mejorar los flujos de comunicación entre autoridades, actores políticos y ciudadanía, lo que aumenta la confianza en los procedimientos.
Con esto podemos evidenciar que el uso de la tecnología aplicada a los procesos electorales no es reciente y que el desarrollo de la democracia se ha visto fortalecido con la construcción de nuevos mecanismos y herramientas que utilizan medios digitales y que son de fácil acceso para la ciudadanía, no obstante, uno de los procedimientos en los que no se ha avanzado de una manera considerable es precisamente en la forma en la que se emite y recibe el voto ciudadano.
La legislación electoral establece que la participación de la ciudadanía en las elecciones constituye un derecho y una obligación que se ejerce para integrar órganos del Estado de elección popular. El ejercicio de este derecho se lleva a cabo mediante el voto que debe de ser universal, libre, secreto, directo, personal e intransferible, características que permiten garantizar su efectividad y darle el mismo valor a cada uno de ellos.
El sistema que actualmente se utiliza en México para recabar la votación requiere de una urna convencional traslúcida que, durante su armado y utilización en la jornada electoral, permite identificar que se encuentra vacía y visualizar los votos que se van depositando de manera manual. Al final de la jornada electoral el cómputo de los votos se realiza de forma manual y en un tiempo considerable, lo que no agiliza la obtención de los resultados.
Esta forma de emisión y recepción del voto es la que nos ha funcionado durante muchos años en el sistema electoral mexicano, sin embargo, como en todo sistema, es importante su evolución, pero que ésta se lleve a cabo no sólo por el hecho de modificarla, sino porque existen formas de hacerlo con mayor efectividad, eficacia y acorde con los tiempos de la era tecnológica, caracterizada por facilitar los procesos y procedimientos, así como la optimización de recursos, con ello me refiero al uso de la urna electrónica.
La utilización de dispositivos electrónicos para la recepción de la votación en distintos países, incluyendo el nuestro, es una práctica que ha avanzado gradualmente, lo que primero inició con pruebas piloto hoy parece contar por lo menos con los elementos tecnológicos necesarios para poder implementarse, pero habría que subrayar que uno de los más importantes es la voluntad para que ello suceda.
En la transformación impostergable de los procesos electorales y en el contexto del debate por la implementación o no del voto electrónico, han sido recurrentes las discusiones por las ventajas y beneficios que ello podría traer, sin prosperar en concreto., no obstante, ha surgido la inquietud de incluir en una reforma electoral el darle una oportunidad al voto electrónico.
¿Pero, por qué hablar de la recepción de la votación mediante el uso de la tecnología como algo nuevo?
Es importante mencionar que han sido grandes los avances en la materia, el uso de la tecnología durante el desarrollo de los procesos electorales se ha mantenido en constante evolución y a la par del desarrollo de las elecciones.
Éste avance ha sido continuo y acorde con los cambios y exigencias de comunicación y transparencia que requiere la sociedad.
La emisión del sufragio de forma tradicional y de aquel que pudiera ser recibido de manera electrónica permiten garantizar que el voto sea universal, libre, secreto, directo, personal e intransferible y, derivado de que algunos estados ya establecen en sus legislaciones la recepción de la votación y el cómputo de los votos mediante el uso de sistemas electrónicos, se puede considerar que el primer paso ya está dado, lo siguiente es su reglamentación e implementación.
Si la voluntad existe, la ciudadanía ya está preparada para emitir su votación de forma electrónica, ya es tiempo, solo falta la decisión.
La ciudadanía usa de manera cotidiana los sistemas digitales como una forma de mantenerse activa, no solo en lo político sino en distintos ámbitos, parte del reto es que cada vez sean más las democracias que incluyan en sus procesos herramientas de información y comunicación que coadyuven con el ejercicio de los derechos político-electorales de sus habitantes.