Un rico aroma a café quemado se respira en el aire, proviene de la fábrica de café que se encuentra al otro lado de avenida Tollocan, señal de que ya son más o menos las tres de la tarde, poco después se escucha el fuerte silbido de una locomotora, volteo y por el gran ventanal se ve pasar la mole de acero, un tren con insignias de Western Union apenas visibles por los cientos de grafitis con los que han sido rayados los vagones de carga.

Han pasado apenas unos días desde que deje la oficina que ocupe durante casi ocho años como Secretario Particular de la Presidencia en el Instituto Electoral del Estado de México “IEEM”. El 1 de octubre de 2014 asumí el cargo a invitación de una gran persona, en poco tiempo la relación de supra subordinación fue rebasada por una gran amistad, basada en el compromiso, el respeto y la confianza, aún y cuando en vida le agradecí a Pedro Zamudio (qepd) el agradecimiento y la amistad serán para siempre.

No puedo dejar de agradecer a Laura Daniella Durán, quien ocupó la Presidencia de manera provisional por año y medio y quien también me brindo la confianza para apoyarle haciéndome cargo de las cuestiones cotidianas de la oficina y en algunos temas particulares.

Como Secretario Particular uno tiene la oportunidad de conocer a todo tipo de personas, sin importar la jerarquía del cargo que ocupen la consigna desde el primer día fue la de tratar a cada persona con todo el respeto y atenderles de la mejor manera, al final de cuentas uno se vuelve la cara de la institución y para una institución de tanta calidad como el IEEM, uno se tiene que esmerar para estar a la altura.

La vida se compone de ciclos, unos dan la vuelta muy rápido y otros se concluyen a pasos más lentos, pero si son firmes se llega a buen destino y se entregan buenas cuentas.

Como secretario particular, uno tiene muchas veces que tomar algunas decisiones, en mi caso siempre fueron basadas en los principios que rigen la materia electoral y sin embargo muchas veces me invadieron los nervios al tener que tomar algunas decisiones, pues una palabra mía se tomaba prácticamente como una decisión del Consejero Presidente o Presidenta, ni modo que su particular fuera a decir algo contrario a sus decisiones.

A lo mejor se preguntan cómo porque tome yo algunas decisiones, muy fácil, creo que a todos nos ha pasado que por más que uno llame y llame o mande mensajes, simplemente no aparecen las dichosas palomitas color azul, señal de que ya nos leyeron y mientras en la otra línea una voz angustiada nos pregunta que hacer, muchas cosas salen de improviso y otras tantas tienen termino de ley.

Cada que tome una decisión y no tuve oportunidad de consultarla antes, informe de inmediato, siempre con la aclaración de que si la decisión había sido errónea yo asumiría las consecuencias. Que fortuna es trabajar con gente pensante y congruente, nunca tuve el mínimo problema por alguna decisión, además de contar siempre con el apoyo y visión del Mtro. López Corral, Secretario Ejecutivo del Instituto, trabajar en equipo y hermandad siempre dará buena cosecha.

La casa de la democracia en el Estado de México, para quien no la conoce, es un edificio de vidrio transparente, lo mismo se ve de adentro para fuera que a la inversa, tan se ve que muchas veces recibí la llamada de mi esposa para avisarme que pasarían por la lateral de Tollocan, desde el segundo piso me paraba en la ventana para ver pasar el auto familiar, mis hijos en las ventanas moviendo sus manos y yo agitando ambos brazos, un minuto que hacía más ligera la muchas veces extenuante y larga jornada laboral.

El Maestro José Elías Romero Apis escribió alguna vez sobre la relación del secretario particular y su jefe y dijo “es el primero que saluda en el día y el último que lo despide en la noche. El que le pasa a las 5 o 6 de la mañana, según su costumbre, las noticias nocturnas y, aprovechando la media hora en el vestidor, recibe las órdenes que aconsejó el insomnio que sufren quienes viven sobrecargados de adrenalina”.

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