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No cabe duda de que todavía no entendemos, o de plano no comprendemos lo que realmente le está ocurriendo al planeta con el implacable cambio climático. No hay nada más lamentable, insistimos, que minimizar una cruel realidad que, a pesar de estar afectando gravemente nuestro entorno, y aun la vida misma, no se acepte y mucho menos se valore.

Pero, lo más preocupante, es que, a pesar de los estragos, no contemos todavía con planes y programas de coordinación gubernamental-científica -académica-sociedad, así como de prevención y soluciones para hacer frente a esta calamidad climática. Ojalá que, al arribo de la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo a la Presidencia de la República, como científica y conocedora de la problemática ambiental que es, México pueda contar, al fin, con las herramientas necesarias que para el caso se requieren, pero lejos de la política.

Amable lector: no olvidemos que todos los desastres ocurridos hasta ahora por el cambio climático, no son más que “pequeños” avisos y adelantos de lo que realmente está por venir. No son tiempos ya de politizar la ignorancia y la desgracia que afectan nuestra seguridad. Lo sucedido al puerto de Acapulco y las poblaciones costeras por las abundantes lluvias, por ejemplo, es la más clara evidencia de que en unos años más, la vida en los litorales y los puertos ya no será posible. No es mala suerte, sino una cruel realidad que nos resistimos a aceptar.

El cambio climático está sobrecalentando el mar peligrosamente, al grado de poner en riesgo los ecosistemas marinos y a muchas especies. En vez de aprovechar racionalmente el enorme potencial de sus vastos recursos, incluso obtener energía térmica renovable de esa fuente inagotable, como ya se ha demostrado que sí es posible, la industria química y el uso inmisericorde de combustibles fósiles están acabando con él, como ya casi acaban con lo que queda del “antiguo” planeta Tierra. Y sabiendo de esa maravilla que es el mar, valga recordar que las ballenas y otras especies, antes de nadar, aprendieron a caminar en la tierra, pero, al igual que aquí, todos luchan por sobrevivir cuidándose unos de otros, y comer todo lo que se pueda, antes de ser “comido”.

El mar se formó poco tiempo después que la Tierra, cuando la temperatura terrestre bajó del grado de ebullición el agua. Desde siempre, ha habido agua en la Tierra retenida en la roca el interior hasta que, por los cambios, fue liberada poco a poco. Como parte importante de nuestro planeta, que erróneamente llamamos Tierra, cuando el 70 por ciento de su superficie es agua, y ésta ha sido, es, y seguirá siendo fundamental para nuestra subsistencia, se encuentra hoy en inminente peligro por la irracionalidad humana. El mar, que representa la mayor parte y de la que depende la vida terrestre, se está sobrecalentando y acidificando peligrosamente, y las consecuencias ya son catastróficas.

Y ante esta dramática realidad, urge implementar una coordinación gubernamental-científica-académica-social para liberar nuestro planeta “Mar” para seguir subsistiendo. Si el agua es la fuente de la vida, el mar es la “cuna” en la que nos hemos mecidos todos. ¡Cuidémoslas!

Del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y la revista científica internacional Salud Pública de México (SPM) para EL UNIVERSAL. -Salud planetaria y análisis de sindemias: Hacia la construcción de una nueva salud ambiental. -Continúa: En un análisis histórico de la carga de la enfermedad asociada con estos factores ambientales entre 1990-2021, se documentó una tendencia decreciente en la exposición a todos los factores de riesgo, excepto la asociada con la temperatura elevada, la cual se identificó como el factor emergente a atender.

Cabe anotar que la mayor reducción para los dos factores de mayor contribución a la carga PM 2.5 extramuros y exposición a plomo, ocurrió antes de 2010; a partir de entonces se ha estancado, lo cual sugiere que la continuidad de las exposiciones ocurre al no ser atendidas. Las cifras anteriores subestiman la carga de enfermedad, pues incluyen solo un conjunto limitado de factores de riesgo ambientales, se desconoce la dimensión real de su exposición y se refiere a un subconjunto de los posibles efectos adversos para la salud.

En cuanto a las causas de enfermedades atribuibles a factores ambientales, sobresalen aquellas no transmisibles, como las enfermedades cardio y cerebro vasculares, crónicas respiratorias, renales y cáncer; a éstas siguen las transmisibles. Este deterioro de la salud en México se puede explicar en el sentido de que los diferentes factores de la crisis ambiental interactúan entre sí, aunado a que sus efectos son magnificados por acción de los determinantes sociales.

La Red Temática de Salud Ambiental Infantil (RSAI) ha basado su trabajo de investigación en el listado de 10 amenazas químicas identificadas por el grupo como las importantes para México: plomo, arsénico, fluoruro, mercurio, benceno y dioxinas, plaguicidas, aire contaminado, hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs) y aflatoxinas. Cabe señalar que ocho de éstas se incluyen en la decena tóxica de la OMS. Además, la RSAI está involucrada en otros temas de degradación ambiental como el cambio climático, el impacto de los sistemas agroalimentarios, la pérdida de la biodiversidad y las sequías.

A pesar de que los datos sobre estas 10 amenazas tóxicas son alarmantes, tal información está lejos de la realidad, ya que son cientos de miles los contaminantes químicos que ha producido la humanidad y liberado al ambiente. Por ello, hacemos notar la necesidad de contar con una regulación adecuada y una vigilancia epidemiológica para las sustancias químicas.

Al respecto, un primer paso como respuesta a esta emergencia de salud pública fue la aprobación de una Política Nacional Integral para la Gestión de Sustancias Químicas en México (2019), en acuerdo con el Consejo de Salubridad General y Mundo Químico; empero, el siguiente paso, el cual consiste en el desarrollo de un programa nacional de sustancias químicas, queda como un pendiente para las siguientes administraciones. Continuará…

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