Vivir, o, mejor dicho: sobrevivir con “alimentos chatarra” a base de químicos y altamente procesados, así como agua contaminada, no es por la era moderna, amable lector, sino por nuestra ignorancia de todo aquello que la ciencia nos advierte sobre los riesgos de ir contra la naturaleza; aun sabiendo, que dependemos totalmente de ella. Pero, en vez de tomarlo en cuenta, y a pesar de saber que enfrentamos ya algunas epidemias como obesidad, males cardiovasculares, diversos tipos de cáncer, etc., nos empeñamos en consumir esa clase de alimentos.
En un informe de 2019, la UNICEF advierte que las malas prácticas alimentarias comienzan desde los primeros días de vida de un niño. A pesar de que la lactancia materna puede salvar vidas, solo el 42 por ciento de los niños menores de seis meses son alimentados exclusivamente con leche materna y un número cada vez mayor recibe sustitutos de la misma. A medida que los niños comienzan a consumir alimentos blandos y sólidos cuando cumplen seis meses, a muchos se le suministra una dieta incorrecta. En todo el mundo, el 45 por ciento de los niños entre seis meses y dos años no comen frutas y verduras. El 60 por ciento no consume huevos, productos lácteos, pescado o carne. A medida que los niños crecen, el consumo de alimentos pocos saludables es alarmante debido a la enorme publicidad y comercialización inapropiadas, así como a la abundancia de alimentos ultraprocesados, tanto en las ciudades como en las zonas rurales. Y desde luego, asienta el informe, el aumento del acceso a la comida rápida y a las bebidas altamente edulcoradas.
GACETA UNAM. -ACADEMIA. -Microplásticos en la sangre asociados a la depresión: ¿qué hacer para evitarlos? Fernando guzmán Aguilar. 12-05-22. Continúa: En la era actual, llamada por algunos como plastioceno, los microplásticos y sus componentes están en el aire, la tierra y el agua. En los océanos del mundo hay siete islas de plástico, algunos del tamaño de Cuba y Francia, que por el calentamiento global desprenden ftalatos y bisfenoles, los más peligrosos componentes de los microplásticos. Estos componentes se encuentran en plásticos duros utilizados en la fabricación de recipientes de plástico de uso doméstico y en los plásticos blandos como en las bolsas de un solo uso. Todo el tiempo los estamos respirando con el aire.
En el país hay muchas fábricas de plástico, que con sus emisiones los liberan a la atmósfera; también los comemos y bebemos todos los días en los alimentos enlatados y en las botellas de agua. Como los ftalatos y bisfenoles son componentes químicos que no tienen enlaces covalentes (no están unidos fuertemente) se desprenden fácilmente de su matriz solo con cambiar la temperatura o al pasar de un medio ácido a uno alcalino o al revés. Cuando uno mete un recipiente de plástico al microondas, o durante horas deja la botella en el carro bajo el sol, por ejemplo, se desprenden y contaminan los alimentos y agua. Algunos ftalatos se utilizan en fijadores de maquillajes, perfumes, desodorantes y otros productos de uso frecuente, de manera que todo el tiempo estamos expuestos a ellos.
Indudablemente que los resultados de los estudios sobre los componentes y el uso del plástico, llevadas a cabo por un equipo del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, son realmente alarmantes. Pero lo preocupante ya no es solo el perjuicio que está causando desde su aparición y su uso incontrolable en la humanidad, principalmente en niños y mujeres, sino también el daño colateral en casi todos los seres vivos, porque, lo aceptemos o no, amable lector, ese mismo aparente “progreso modernista” es una de las causas de nuestra debacle como tal. Pero, lo más escalofriante, es ver que las autoridades sanitarias no están haciendo nada para evitar o regular, al menos, el excesivo empleo del material plástico en la fabricación de utensilios domésticos para el hogar y de uso personal, así como en el envasado de agua, refrescos y alimentos.
Por falta de control sanitario y normas que regulen el uso del plástico, el problema de salud se agrava cada vez más. Es innegable, que el plástico, como sustituto en muchas cosas satisfacen nuestras necesidades, pero no debe usarse más en todo aquello que afecte la salud. Parecerá irracional o absurdo, pero los resultados dañinos están a la vista y van en aumento. ¿Que ya no sería posible vivir sin depender del plástico? ¿Cómo era antes? Para tal efecto, como ya hemos señalado, existen otros materiales que pueden ser usados en el envasado y conservación de agua y alimentos, como el vidrio, aluminio, peltre, cerámica, fibras del henequén, algodón, madera, piel, palma y papel. ¿Que se perderían fuentes de trabajo? Sí, pero, ¿acaso es mejor perder la salud, o la vida? Claro que es un dilema, pero…
Mientras el poder político y económico siga en manos de unos cuántos, la debacle del planeta será inminente e irreversible. De no corregir el rumbo, como ya se sabe, quienes sufrirán lo inevitable serán los niños de ahora y las próximas generaciones. Cuestión de tiempo. No exageramos, amable lector, solo deducimos, la que lo advierte es la ciencia; nosotros nada más le informamos y le recordamos.
Ahora que, si estas valiosas informaciones científicas, como tantas veces hemos señalado, no son valoradas y mucho menos aceptadas, entonces, ¿De qué sirven las universidades y para qué se están creando más sin justificación ni planeación? ¿Acaso para aumentar más el número de analfabetas? Porque, una cosa es cursar una carrera profesional y concluirla satisfactoriamente, y otra, muy distinta, poner en práctica los conocimientos adquiridos eficientemente; pero, si no es así…Tenga presente, amable lector, que una universidad, si no funciona como tal, no es universidad, sino una broma macabra a la sociedad. No es cuestión de enfoque o, simple opinión, sino solo la realidad. Continuará…
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