Como casi siempre sucede, cuando la política, la irresponsabilidad, y de “pilón la ignorancia”, se anteponen al deber y a lo conducente para prevenir y enfrentar desastres naturales, todo termina en un total fracaso, o de plano en tragedia. Tal como ha ocurrido en otras partes del mundo, ante desastres de todo tipo con fatales consecuencias por falta de previsión, aunado a la irresponsabilidad y negligencia, en México, esto no es nada extraño y nadie es responsable de nada.

A pesar de los múltiples eventos catastróficos que hemos enfrentado, como sismos, huracanes, sequías, olas de calor extremo, frentes fríos, inundaciones, etc. y que nos han cobrado altas facturas, ninguna autoridad, a pesar de ya estar advertidas, hace nada para afrontar los subsecuentes con planes y programas preventivos; por consiguiente, tampoco se crean los pertinentes para reponerse y adaptarse a los fatales resultados desastrosos que éstos dejan a su paso. Nuestra seguridad queda en manos de políticos que minimizan, o de plano ignoran todo.

EL UNIVERSAL -Everardo Martínez -2-11-23 -Autoridades y empresarios desdeñaron las recomendaciones que se generaron en los Estudios de Vulnerabilidad al Cambio Climático en el Sector Turístico, específicamente en el caso de Acapulco. Estas pudieron evitar o reducir los daños económicos, sociales y ambientales ocurridos por el huracán Otis, dijeron catedráticos a EL UNIVERSAL. Los estudios se presentaron en septiembre de 2014 y fueron encabezados por la Secretaría de Turismo, el CONACyT, el Centro de Estudios Superiores de Turismo y la Academia Nacional de Investigación y Desarrollo. En primer lugar, se pasaron por alto las recomendaciones de “actualizar permanentemente la información y estudios realizados en temas de cambio climático”.

Los documentos incluían una “matriz de medidas de adaptación al cambio climático para Acapulco”, para el caso de vientos extremos, olas de hasta siete metros, lluvias torrenciales y deslaves. Dentro de esas encomiendas estaba el fortalecimiento de anclajes de infraestructura, cuyo objetivo era evitar el derrumbe, por ejemplo, de anuncios espectaculares y daños en construcciones, pero hace una semana, dentro de los destrozos se observó que, incluso, el bungee, que fue reabierto en 2021, se desplomó ante los vientos de más de 250 k/h. Los hoteles perdieron plafones, instalaciones eléctricas, de telecomunicación, cristalería, mobiliario, obras de arte y aparatos tecnológicos ante su exposición directa a los vientos del meteoro categoría 5.

Un segundo aspecto fueron las recomendaciones para el establecimiento de redes eléctricas y teléfonos resistentes a los vientos huracanados para evitar la pérdida de los servicios, pero lo que se observó fue que se desprendieron 38 líneas de alta tensión y más de diez mil postes y se perdió la totalidad de las telecomunicaciones. Tampoco se ejecutaron las sugerencias para implementar un sistema de alerta temprana que facilite a los tomadores de decisiones, individuos y comunidades que enfrentan una amenaza, a que actúen con suficiente tiempo y de modo adecuado para reducir lesiones personales, pérdidas de vidas, daños a los bienes y al medio ambiente.

No cabe duda, amable lector, que, ante esta valiosa información de advertencia de la que autoridades y empresarios de Acapulco fueron prevenidos con anticipación sobre lo que ocurriría, en base a los estudios de vulnerabilidad al cambio climático, y no hicieron nada para estar prevenidos, no queda más que reconocer, y aceptar, que la irresponsabilidad sigue siendo el distintivo de quienes, de alguna manera, tienen en sus manos el poder de decidir, o no, por otros. Y ante esa irresponsabilidad compartida, solo queda aplicar la ley contra ellos.

En el caso de los empresarios turísticos, por ejemplo, que sabiendo del alto riesgo a que están expuestas sus empresas, y no optan por organizarse para proteger sus bienes, y luego de los desastres esperan ayuda del gobierno, aunque parezca injusto o irracional, no se les debe brindar apoyo con nuestros recursos, si antes, ellos no demuestran interés por ayudarnos mutuamente.

Informe sobre la Brecha de Adaptación 2022- PNUMA. -1-11-22. -Continúa: Sin embargo, la financiación necesaria para convertir dichos planes en acciones reales no está a la par. En efecto, las corrientes internacionales de financiación para la adaptación en los países en desarrollo se encuentran entre cinco y diez veces por debajo de las necesidades estimadas y esta disparidad sigue aumentando, la brecha no deja de ampliarse.

1 -Las corrientes internacionales de financiación para la adaptación a los países en desarrollo están aumentando lentamente. Estas alcanzaron los 29 mil millones de dólares en 2020, según lo informaron los países donantes, lo que representa un 34 por ciento de la financiación climática mundial y supone un aumento del cuatro por ciento con respecto a 2019. -2 -Los flujos financieros combinados para la adaptación y mitigación en 2020 se registraron en al menos 17 mil millones de dólares por debajo de los cien mil millones prometidos a los países en desarrollo. Se necesita una aceleración significativa si se quiere lograr la duplicación de los flujos financieros para 2025, con respecto a 2019, como lo insta el Pacto Climático de Glasgow acordado en la COP 26 en 2021. Las necesidades anuales estimadas de adaptación varían en un rango de 160 mil millones de dólares a 340 mil millones de aquí al año 2030; asimismo, en un rango de 315 mil millones a 565 mil millones de aquí al año 2050.

Desde luego que ninguna cantidad de dinero será suficiente para reponer todo el daño causado por desastres naturales derivados del cambio climático, pero ante tamaña amenaza, solo queda por hacer hasta lo imposible para mitigar y, en consecuencia, adaptarse a la nueva realidad para seguir subsistiendo. Continuará…

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