Tengamos presente, amable lector y no olvidemos, que los daños más severos y ya casi irreversibles a consecuencias del cambio climático, están en el aire, el agua, los recursos naturales y, desde luego, finalmente, en los alimentos. De hecho, todo lo relacionado con nuestra salud y seguridad está en riesgo permanente y, poco o nada parece preocuparles a las autoridades.
Lamentablemente, nada parece escapar ya a la persistente crisis climática que cada vez más se presenta de una u otra forma, ya sea en sequías, torrenciales aguaceros, huracanes, incendios, tornados, calor extremo, etc. Y ante tan desolador panorama, no queda más que seguir insistiendo y repitiendo una y otra vez esta alarma climática. Por eso, urge aplicar medidas drásticas y efectivas para evitar una verdadera catástrofe que, al parecer, pues todo así lo indica, está cada vez más cercana. Seguiremos insistiendo… ¡No dejaremos de hacerlo!
Ahora que, si seguir perdiendo los colchones, las propiedades; que los árboles sigan cayéndose por exceso de lluvias sobre las casas, y de pilón por lo mismo, pero por falta de infraestructura hidráulica y saneamiento eficientes, miles de familias vivan con sus hogares inundados con aguas negras y en riesgo de enfermarse, no es considerado todavía como una tragedia, entonces, nada malo está pasando.
Pero, justamente, con lo señalado por el Secretario General de la ONU, se confirma la aterradora presencia de esta calamidad de la que el poder político y económico se están aprovechando. El nivel de ganancias de los combustibles fósiles y la inacción climática, dice Antonio Guterres, es inaceptable. Los líderes deben liderar, no más dudas, no más excusas. Todavía es posible cumplir, limitar el aumento de la temperatura global a 1.5° y evitar así lo peor del cambio climático. El calor es insoportable y el aire es ya irrespirable, advierte.
Y como prueba de que el aire contaminado es altamente dañino, la Dra. María Eugenia Gonsebatt Bonaparte, reconocida académica del Instituto de Biomédicas de la UNAM, señala que los bebés que nacen en la Ciudad de México tienen “huellas” de la contaminación atmosférica en su material genético y pueden sufrir mutaciones. Además, su mayor exposición a los contaminantes en el que también impacta en menor peso y talla al nacer, según detalla un estudio efectuado a casi 300 mujeres y a sus recién nacidos, tanto del norte de la ciudad, como de la alcaldía Iztapalapa.
Queríamos saber, abunda la Dra. Gonsebatt Bonaparte, investigadora del Departamento de Medicina Genómica y Toxicología Ambiental, si la contaminación atmosférica afectaba de alguna manera a los recién nacidos, ya que había estudios similares realizados en otras ciudades del mundo. Y, efectivamente, el aire contaminado que respiran las madres afecta a los bebés. Algunas partículas en el aire se adhieren al material genético y forman aductos de hidrocarburos aromáticos policíclicos. La quema de combustibles como la gasolina, el gas, así como los incendios, liberan partículas que reaccionan con nuestras células y se unen al material genético, lo que produce estos aductos que pueden causar mutaciones en nuestro material genético y son considerados peligrosos. UNAM Global Revista- 1 de abril 2024. -Contaminación en CDMX deja “huellas” en el ADN de recién nacidos. Continuará…
Esta aterradora alerta sobre el aire contaminado que afecta a los bebés, amable lector, no es más que otra de las consecuencias que trae consigo el cambio climático y, de pilón, la irresponsable inacción gubernamental. Este atentado a los derechos humanos de los indefensos recién nacidos es un crimen de lesa humanidad, que, irremediablemente, repercutirá en las generaciones futuras. ¿Estará en nuestras manos hacer algo para remediar esta tragedia?
De Environmental Defense Fund para EL UNIVERSAL. - Las emisiones de metano en EUA son cuatro veces más altas que las estimaciones de la EPA. ¿Qué muestran los datos de methaneAIR? Continúa: -Los datos de methaneAIR provienen de más de 30 vuelos realizados entre junio y octubre del año pasado en 48 estados de EUA. Los datos recopilados fueron comparados con el inventario de emisiones de metano de la EPA de 2020.
Las emisiones totales más altas se observaron en la Cuenca Pérmica, seguida de las cuencas Appalachian y Haynesville, en términos de emisiones absolutas. Las emisiones observadas en las 12 principales cuencas de producción de EUA son de 7.5 millones de toneladas métricas por año (o aproximadamente 860 toneladas métricas de contaminación por metano cada hora) Esta cantidad de gas desperdiciado es suficiente para satisfacer las necesidades energéticas anuales de más de la mitad de los hogares en EUA.
La tasa de pérdida de metano observada en las 12 cuencas es ocho veces mayor que el objetivo de emisiones del 0.2 por ciento adoptado por 50 empresas que representan más del 40 por ciento de la producción global de petróleo y gas. Este objetivo fue anunciado el año pasado bajo la Carta de Descarbonización de Petróleo y Gas (OGDC, por sus siglas en inglés) durante las conversaciones sobre el clima en la COP28.
Las variaciones en las emisiones reportadas pueden resultar de factores como la producción de petróleo frente a gas, la antigüedad de las instalaciones, el panorama regulatorio actual, las prácticas operativas de las empresas y la presencia de pozos de baja o nula producción. Independientemente de las razones, las tasas de emisión son muy altas. Las nuevas regulaciones de la EPA, emitidas a principios de 2024 por la administración Biden/Harris, junto con los incentivos para la reducción de metano incluidos en la Ley de Reducción de la Inflación, son vitales para disminuir estas cifras. Es esencial que, tanto los estados como la EPA, avancen rápidamente en la implementación de estos estándares de protección.
Ojalá pronto tengamos a disposición las informaciones de metano correspondiente a nuestro país, para que las autoridades apliquen las medidas pertinentes. Continuará…