En una simpática inversión de lo que verdaderamente quiere decir, Sancho Panza describe de esta manera la conducta de “su señor”, el Caballero de la Triste Figura : es, dice más o menos, humilde con los poderosos y arrogante con los más desvalidos; exactamente al revés de lo que presume el “desfacedor de tuertos”, ya que don Quijote proclama que es humilde con los desvalidos y arrogante con los poderosos.
Quiero quedarme con esta idea y adaptarla a lo que sucede ahora en este país. El presidente dista mucho de ser “quijotesco” en ningún sentido. Pero suele ser dócil y aquiescente con los poderosos, a la vez que abusa de los que no tienen ni de lejos sus inmensos recursos políticos; es decir: se conduce al revés de como debería ser don Quijote.
Los ataques del presidente al escritor Guillermo Sheridan impresionan desagradablemente. Un hombre poderoso se afana en insultar y descalificar a un individuo cuyo solo instrumento de trabajo, la pluma proverbial, no debería molestarlo en absoluto; se ocupa de él por un mal entendido “ derecho de réplica ” que ha esgrimido como “argumento” para sus abusos verbales. O bien se ampara en una extraña vocación pedagógica: voy a enseñarles, dice, cómo son “nuestros adversarios”.
Muy diferente a la que tuvo ante Sheridan fue, al parecer, su actitud ante el señor Blinken, el poderoso político de los Estados Unidos que lo visitó en Palacio Nacional ; después de la conversación anunció que el 16 de septiembre no hablaría de “soberanía energética”, como lo había prometido. Da qué pensar.
La noche del 15 de septiembre hubo un curioso diálogo en un de los balcones del Palacio Nacional. El expresidente de Uruguay, José Mujica , intercambió algunas ideas con el político Santiago Creel. Mujica le dijo que hacía bien en pertenecer a la oposición, poco más o menos; que hacían falta voces disidentes. “Sin pluralidad y voces críticas no hay democracia”, le dijo Mujica a Creel.
José Mujica fue invitado a la ceremonia de la Noche Mexicana por ser un político de izquierda. El presidente López Obrador haría bien en reflexionar sobre ese diálogo que he citado; es posible que algún crédito le dé al expresidente uruguayo.
¿ Voces críticas , pluralidad? Sí, eso: un pensamiento diferente del que domina desde lo alto de la cúpula de los poderosos. Dan ganas de preguntarle a Mujica qué opina del lugar donde vive al presidente mexicano: un enorme palacio construido para albergar a los virreyes; preguntárselo a él, precisamente, a José Mujica, que rechazó enérgicamente la ostentación del poder político cuando fue presidente de su país y siguió viviendo en su pequeña casa.
Viéndolo bien, Guillermo Sheridan no necesita defensa; aun así, mantengo el encabezado que escogí para estos renglones, por su sentido polémico. Sus libros, sus investigaciones, sus ideas, sus artículos brillan por su inteligencia y tienen un enorme valor. La mejor defensa es leerlo.
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