La UNICEF hizo pública su postura respecto a la educación de los niños en el contexto de la pandemia. Para ellos no hay alternativa: ante el riesgo del abandono y rezago educativo, se deben abrir las escuelas y volver a los salones de clase. El tema no es trivial ni simple. Es complicado una vez que se analiza el impacto en la formación académica que tendrán los futuros profesionistas y los alumnos que se encuentran en educación básica. El riesgo del contexto actual es retroceder en cuanto a calidad educativa. La contraparte de la situación es que el riesgo de contagiarse por el virus en alguna de sus varientes, es muy alto. Existe evidencia de que la vacuna no es garantía de nada: ni de inmunidad, ni de no fallecer por la enfermedad. El dilema es serio.

Desde la perspectiva académica, la educación se puede definir como el proceso a través del cual las generaciones adultas transmiten sus conocimientos a las generaciones jóvenes preparándolos tanto para la formación universitaria como para la vida. Los resultados de pruebas internacionales, como la PISA, muestran que aún antes de la pandemia en México no lo estábamos haciendo bien. Evidencia de esto es la gran cantidad de profesionistas cuyo nivel de ingreso es de mera sobrevivencia. Los resultados están a la vista y debemos mirarnos a nosotros mismos con ojos críticos si queremos hacer mejor las cosas.

La pandemia, y el consecuente confinamiento, nos sorprendieron con la guardia abajo. Sólo unas cuantas empresas empezaban a experimentar con el trabajo en casa y comenzaban a ver las ventajas de no tener que gastar en la renta de oficinas y consumibles. El contexto actual provocó que muchas empresas lo tuvieran que hacer de forma apresurada y forzada. El terreno educativo no fue la excepción. Como experiencia personal, puedo decir que he sido docente desde hace más de veinte años y pude ver como varios colegas, y yo mismo, debimos incursionar en el mundo digital. Nuevamente no había opción si queríamos seguir dando clases. La experiencia en universidades públicas es que el contexto de muchos alumnos es difícil: varios tomaban la clase desde un celular y debían compartir el dispositivo con otros miembros de la familia en condiciones de estudio. El aprendizaje a distancia no es fácil. Aun cuando la clase sea síncrona entre docente y alumnos. El comunicado de la UNICEF, por lo tanto, tiene todo el sentido del mundo.

Como humanidad no hemos aprendido una de las lecciones de la pandemia: mientras el mundo entero no esté vacunado, tendremos nuevas cepas del virus, posiblemente inmunes a las vacunas, que nos harán regresar al principio. Pero los países desarrollados están apostando a una tercera dosis de vacunación entre su población antes que compartirla con países que no han podido inocular a su población. La tercera vacuna podría ser inútil ante nuevas cepas que se desarrollen en los países con escasa o nula vacunación. Esto es una fuerza que nos lleva mantener la educación a distancia.

Entre estas dos fuerzas nos estamos debatiendo: educación o salud. La educación no es un tema menor Muchos que ya nos formamos profesionalmente tenemos poca probabilidad de tener penurias económicas por falta de empleo. Pero las generaciones que vienen detrás, con una, de por sí, mala formación académica, y aprendiendo desde un celular, podrían ver comprometido su futuro profesional. Las generaciones que vienen son las que tomarán decisiones en todos los ámbitos: familiar, laboral, empresarial, social y de Gobierno. Su formación profesional debe ser tomada muy en serio.

Ante el enrome reto que se plantea, también viene una oportunidad: reconfigurar de una vez por todas al sistema educativo para que éste sea de vanguardia. Esto implica dejar de invertir en edificios o salones de clase y dar un brinco inmediato al mundo digital. El gasto no ejercido en infraestructura física podría convertirse en dispositivos electrónicos para alumnos y docentes. Esto implica romper de lleno con el modelo educativo tradicional y, simultáneamente, conservar el confinamiento.

Se trata apenas de una idea. De ser sensata, debe evaluarse antes de convertirse en propuesta. Del mismo modo deben estudiarse diversas propuestas que nos permitan resolver este complejo dilema Lo que es un hecho es que no podemos seguir como estamos y debemos reducir tanto el riesgo de tener una mala educación como de incrementar el número de contagios.

 Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón-UNAM y UDLAP Jenkins Graduate School. 

Google News

TEMAS RELACIONADOS