n los primeros meses de gobierno del entonces presidente, Vicente Fox, circuló un chiste que decía que el Papa lo había localizado para felicitarlo por conseguir que en unos cuantos meses hubiera millones de arrepentidos. El mismo chiste se ha venido replicando desde entonces con los diferentes presidentes, incluido el actual. Pero sólo en este momento tendremos la oportunidad de revocarlo, bajo mandatos anteriores nunca tuvimos esa opción. Los ciudadanos que se oponen a la continuación del actual gobierno tienen ahora la posibilidad de votar en contra de que continúe gobernando, pero no hay que olvidar que es un arma de doble filo: en el resultado de la consulta podría confirmarse que, a más de la mitad del sexenio, el actual presidente tiene todavía mucho apoyo de parte de gran parte de la población.

En 1992 se estrenó una película donde se relata la historia de un periodista que queda en coma en el “halconazo” de 1971 y despierta en 1991. , como su propia familia lo denominaba, descubre que Carlos Salinas de Gortari estaba en la presidencia de la república y que, después de Lázaro Cárdenas, para muchos era considerado como el mejor presidente en la Historia de México. En ese tiempo incluso la prensa de oposición era suave con el mandatario. Pareciera que había logrado convencer hasta a los más increpantes periodistas e intelectuales. Todo cambió en 1994. El levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) así como los asesinatos del candidato del PRI a la presidencia de la república, y del secretario general del mismo partido marcaron el declive de su mandato. La llegada del nuevo Gobierno vino acompañada de una devaluación que devino en una de las peores crisis económicas que haya vivido nuestro país.

El mandato de Ernesto Zedillo Ponce de León nació con una crisis económica. No vino de fuera, es decir, las causas no vinieron del resto del mundo. Fue hecha en casa, provocada por las políticas económicas, y por el propio contexto político que vivía nuestro país. A pesar de la situación, se le reconoce a dicho presidente haber entregado la presidencia a un candidato de un partido político distinto al que el provenía. Por primera vez desde el nacimiento del PRI un candidato de otro partido llegaba a la presidencia de la república. Algunos podrían decir, que el presidente Zedillo fue un auténtico demócrata.

El PAN tuvo su oportunidad durante doce años. Dos presidentes emergieron de sus filas. Posiblemente un sexenio no es suficiente para ver los resultados de las políticas económicas seguidas. La economía no es como la medicina, donde se puede experimentar con algún fármaco y en semanas o meses ver sus resultados. En Economía en ocasiones se necesitan lustros o décadas para ver los resultados. Pero con toda certeza doce años son suficientes para ver los resultados de la política económica instrumentada. Que el PRI haya regresado al poder en el 2012, dice por sí mismo que la mayoría de la población no votó a favor del partido derechista.

El mandato de Peña Nieto nació con el “pacto por México”, que prometía llevarnos al ansiado desarrollo. Pero pronto la realidad alcanzó al gobernante en turno. Tal vez la desaparición de los de Ayotzinapa marcó el fin del sexenio de dicho mandato. El tiempo que siguió fue mero trámite. En todo caso, el regreso del PRI a la presidencia nuevamente le “quedó a deber” al grueso de la población, tanto así que los resultados de la elección de 2018 hablan por sí mismos.

El actual Gobierno ha recibido críticas desde antes de su llegada al poder. Cuando tomó paseo de la Reforma y lo convirtió en una feria tuvo probablemente uno de sus mayores desaciertos y tal vez es lo que hizo que perdiera la contienda presidencial de 2012. Posteriormente ha sido objeto de críticas de Tirios y Troyanos. Ahora que parece estar perdiendo el juicio y ha entablado pleitos de cantina con periodistas sin credibilidad, está cometiendo otro grave error: se está rebajando a su nivel. El presunto caso de corrupción de uno de sus hijos debe investigarse y los resultados hacerse públicos para demostrar que hubo un cambio verdadero.

En cualquier caso, los últimos gobiernos no han estado libres de críticas. Muchos nos hemos arrepentido de haber votado por algunos de ellos, pero nunca tuvimos la oportunidad de revertir el sentido de nuestro voto. Ahora por primera vez lo tendremos. Veremos si los arrepentidos, y los opositores de siempre, son suficientes como para revocar su mandato. Hoy al menos existe esa posibilidad, nunca antes se tuvo. Si los resultados, por otro lado, son favorables al actual Gobierno, los opositores tendrán que asumir que en 2024 el partido en poder volverá a ganar.

Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón-UNAM y UDLAP Jenkins Graduate School.

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