Este año se cumplen diez años del llamado buen fin. Formalmente ya nos encontramos en dicho episodio económico y en esta ocasión se extenderá a una semana de duración, dados los tiempos de pandemia en que se busca evitar aglomeraciones. Esta época del año puede darle un respiro a la economía a través del consumo, pero también implica riesgos para los consumidores, que podrían llevarse a casa artículos que no ocupan. Una fuerte crítica a la economía de mercado ha sido, desde siempre, que fomenta el consumo irracional. Es un riesgo, pero también nos permite adquirir bienes y servicios que en otros lugares del mundo no se tienen, por lo menos no en la cantidad y calidad de la que tenemos en México. En todo caso, la invitación es a tener un consumo responsable y a hacer un uso adecuado del crédito, pues las compras con dinero prestado implican hipotecar nuestros ingresos futuros.

El buen fin puede ser la oportunidad para adquirir artículos que deseamos o necesitamos a un mejor precio que en otro momento del año. Como consumidores es importante verificar la veracidad de las ofertas y promociones de tiendas comerciales, tanto físicas como virtuales, y asegurarnos de que el descuento que ofrecen es real. Una economía de mercado como en la que vivimos permite comprar y vender prácticamente cualquier producto. Incluso aquellos que son prohibidos, dando lugar a los mercados negros. Siempre que exista gente dispuesta a comprar, alguien estará dispuesta a vender. Tal es la naturaleza del mercado.

Para nosotros es común ir a cualquier centro comercial y adquirir productos en diversas presentaciones, tamaños y colores. Esto no ocurre en todos los países. En particular, en América Latina, basta asomarse a los supermercados de otros países para darnos cuenta de que en México somos afortunados por la gran variedad de productos. En otros lugares no tienen tanta suerte. Por lo tanto, el buen fin es una oportunidad para adquirir lo que nos gusta, siempre y cuando esté a nuestro alcance. Consumir por sí mismo no es nocivo ni, necesariamente, nos llevará a una situación de consumismo, donde el hacer uso de bienes y servicios de manera compulsiva se convierte en vicio. Existe el riesgo. Pero también existe la posibilidad de adquirir lo que nos produce placer, desde un libro, pasando por un disco o un videojuego. El esparcimiento también es parte de la vida.

El uso del crédito debe hacerse con prudencia. Los meses sin intereses, si bien no implican un costo monetario por el uso anticipado del dinero, implican que en los meses venideros dispondremos de una menor cantidad de recursos para nuestros gastos ordinarios. Si se deben pagar intereses, estamos hipotecando nuestros ingresos futuros. Por eso es que importa tener cuidad con el uso del crédito. De hecho, en el supuesto de tener deudas que tengan un costo por pago de intereses, lo mejor es, salvo que se trate de una auténtica urgencia, no usar más el crédito, sino por el contrario: pagar, abonando primeramente a aquellas cuentas que implican un mayor pago de intereses. Si usted dispone de algunos recursos extras para este buen fin, pero tiene deudas con tarjetas de crédito, lo mejor es no consumir sino pagar y hacerlo primero con aquellas tarjetas cuyo costo anual total (CAT) sea mayor. Notará la diferencia en los meses próximos: tendrá mayor liquidez.

El confinamiento ha cambiado los hábitos de consumo. Algunos bienes que anteriormente eran considerados como bienes suntuarios, ahora podrían considerarse como necesarios. Contar con un buen dispositivo que permita tener clases o reuniones de trabajo en línea es ahora crucial. Pero, dado que ahora es recomendable evitar salir, un buen libro o una película podrían considerarse como bienes necesarios, incluso un videojuego o un disco podrían entrar en esta categoría. Otros artículos, como la ropa y el calzado, que en otras condiciones podría ser necesario que tuvieran ciertos atributos como formalidad o durabilidad, ahora no son tan necesarios. Esto implica cambiar los hábitos de consumo. Antes de comprar, conviene evaluar lo que se necesita y lo que no.

Dado que es un hecho que nos encontramos en una segunda ola, que implicará un número cada vez mayor de nuevos contagios, debemos asumir que muchos no regresarán al trabajo presencial o bien no asistirán toda la semana al trabajo. El contexto laboral actual no cambiará, en el mejor de los casos, en meses. Pero existe el riesgo de que puedan ser incluso años. Este elemento debe considerarse al momento de comprar bienes o servicios durante el buen fin. Un consumo responsable también puede ayudar a incentivar a la economía, tanto en el corto como en el largo plazo.

Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón, UNAM.

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