Los informes de Gobierno siempre han sido un espacio de opulencia personal, donde se destacan los logros personales y se aprovecha la ocasión para colgarse medallas ajenas. También ha servido como espacio para culpar a otros: a los capitales “golondrinos”, al sector externo o al maldito neoliberalismo de aquellos rubros donde no se tienen avances. El comportamiento del actual Gobierno, al respecto, no es muy distinto al de otros mandatos. Por ello es que, si bien es verdad que en todo hay luces y sombras, el actual mandatario aprovechó la ocasión para atribuirse algunos triunfos ajenos y otros en los que realmente no tiene injerencia. Esto por una parte muestra que algunas instituciones deben permanecer autónomas, toda vez que se ha demostrado que funcionan y, por otra parte, que algunos aparentes triunfos en realidad son fracaso, como es el caso de las remesas enviadas por nuestros paisanos que laboran, las más de las veces como indocumentados, en los Estados Unidos.

Algunas instituciones se han enfrentado a la prueba del tiempo y la han pasado. El Banco de México tiene como principal mandato el mantener estabilidad de precios. Cierto es que siempre se equivocan, se por poner metas muy ambiciosas o por intentar generar expectativas de estabilidad de precios, pero definitivamente de ningún modo podemos decir que los niveles de inflación actuales se parecen a los vividos en la década de los ochenta. Simplemente no hay punto de comparación. Por lo tanto, tasas de interés y baja inflación no son logros de los presidentes en turno, sino del Banco Central. Esto ha sido válido desde que esta institución logró su autonomía, es decir, hace casi treinta años.

Las remesas que reciben muchas familias mexicanas de parte de parientes que, ante la falta de oportunidades en México, deciden buscar suerte en el país de las barras y las estrellas tampoco es algo digno de celebración. En realidad, lejos de congratularnos por ello deberíamos avergonzarnos, pues es reflejo de que no se han creado condiciones para que el grueso de la población en edad de trabajar consiga empleos con ingresos decorosos. Irse de su tierra, pueblo o región, mas que tener espíritu aventurero, es un reflejo de la falta de oportunidades en el país. Esta afirmación es válida tanto en nuestro país como en el caso de los países del Norte de África y de Turquía, que igualmente tienen elevados flujos migratorios de personas que buscan mejores oportunidades. El incremento en las remesas, por lo tanto, solo es señal de un pendiente que no hemos resuelto como país, no en el Gobierno actual, sino desde hace décadas.

La política laboral, sin embargo, sí que es digna de aplausos. En décadas el salario mínimo no había crecido en términos reales, es decir, descontando la inflación, y en el presente mandato ha crecido más de 40% en tres años, algo no visto en décadas. En el mismo tenor, está por verse el impacto que la nueva regulación del outsourcing tendrá tanto en el empleo, como en la totalidad de actividades económicas, pero lo que ya es evidente es que el número de trabajadores inscritos en el IMSS se ha incrementado mientras que el salario diario de cotización también lo ha hecho. Es verdad que en el tiempo de la recuperación del número de cotizantes se han combinado tanto la recuperación económica como la nueva regulación laboral, pero es un hecho cuantificable que los indicadores laborales del sector formal de la economía están mejorando.

La captación tributaria también está creciendo. Se acabó el tiempo en que los grandes empresarios podían tener condonaciones en el pago de impuestos. Esto ha provocado que la recaudación tributaria se incremente, pero también ha traído consigo el enojo de los empresarios. Pareciera que el “capitalismo de amigos” está herido de muerte, o por lo menos que las reglas del juego están cambiando y que esto implica pagar más impuestos.

La política social puede analizarse desde diversos enfoques, tanto argumentado a favor como en contra. En mi opinión, en un país que ha estado históricamente por la pobreza y desigualdad, definitivamente se tenía, y tiene, que hacer algo a favor de los más necesitados. Si esto genera holgazanería entre parte de la población o genera mejores condiciones de vida en las que puedan florecer arte, ciencia y deporte, está por verse. Este tipo de políticas requieren años para madurar y verificar los resultados.

Un dato que debe preocupar a la oposición es que el 70% de la población del país recibe algún tipo de apoyo derivado de la política social que se está llevando a cabo. Esto, al final del día, implica votos, cuestión que no debe perderse de vista. En tal contexto la oposición debe ser más creativa si quiere recuperar el poder, pues los datos del tercer informe, con sus luces y sombras hacen pensar que será difícil tener alternancia en el corto plazo. Pronto lo sabremos.

Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón-UNAM y UDLAP Jenkins Graduate School.


 

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