Las campañas presidenciales arrancaron formalmente, aunque en la práctica los candidatos llevan por lo menos un año en campaña que, por lo largo, ya se antoja tedioso y aburrido. Finalmente es claro que será una mujer quien llegue a la presidencia este año, por primera vez en la Historia de nuestro país; aunque hay un candidato hombre, en realidad su contienda no es para ganar la presidencia sino para mantener vivo a nivel nacional a su partido. De no haber cambios dramáticos, lo más probable es que la candidata del partido en el poder sea quien llegue a la presidencia y que, con mayor probabilidad, dará continuidad a la política económica seguida por el actual mandatario. En no pocos círculos hay descontento por este hecho y pareciera que añoran que las cosas sean distintas, cabe preguntarse qué pasó para llega hasta donde estamos.
A partir de diciembre de 2018, tal vez antes, cambió la forma de conducir al país. Desde el inicio del mandato que termina hubo voces adversas a la política económica y la política social. Comenzando por la cancelación del Aeropuerto y pasando por el cobro de impuestos a los grandes empresarios, siempre hubo opiniones contra esta forma de hacer política. En particular la política de otorgar becas a jóvenes y pensiones a adultos mayores han sido desde siempre temas controvertidos y completamente politizados.
En diversos medios de comunicación la gran mayoría de articulistas se ha mostrado crítico al actual Gobierno y sesgado hacia la oposición. Probablemente lo anterior es más evidente en televisión abierta, donde la crítica tiene mayor alcance. Lo que parece increíble, a los ojos de muchos, incluso medios internacionales es el impensable nivel de aceptación que tiene el presidente y el alto grado de intención del voto de la candidata de MORENA. Parecen no darse cuenta de que vale lo mismo el voto de una persona en situación de calle que el de los empresarios más ricos del país. La cuestión es quién es mayoría.
Durante décadas se llevaron a cabo políticas económicas que redujeron la intervención del Estado en la economía, debilitando su rectoría económica y favoreciendo al libre mercado. Esto es lo que algunos llaman el neoliberalismo: que el Gobierno o el Estado no intervenga y todo lo resuelva el sector privado. Bajo esta lógica, la “mano invisible” del mercado nos llevaría a niveles de crecimiento económico que pronto nos convertirían en ejemplo para el mundo. Si en Asía se hablaba de tigres, en América Latina seríamos jaguares. Lástima que la receta del libre mercado nos quedó a deber.
En otros artículos documenté que la economía apenas creció durante casi cuarenta años de esta política económica y que el salario mínimo se mantuvo en niveles lastimosamente bajos durante muchos años. Simultáneamente se amasaron enormes fortunas y durante algún tiempo tuvimos el honor de tener al hombre más rico del mundo entre nuestro selecto club de empresarios. En resumen, las políticas económicas no se tradujeron en crecimiento económico y recuperación salarial como se esperaba y, en cambio, la distribución de la riqueza se hizo más inequitativa y la brecha de desigualdad se incrementó.
Las cosas han empezado a cambiar con el Gobierno cuyo presidente pronto se irá, pero cuya política económica y social muy probablemente continuará. El problema de fondo es que los olvidados de la política económica de libre mercado fueron los millones de trabajadores que no tuvieron incremento en su nivel de vida. Probablemente este es el mayor acierto de la actual administración y la razón por la que el presidente sigue siendo popular y la que la candidata que daría continuidad a su política económica tiene mayor intención del voto. No sólo eso, en su inicio de campaña la candidata de la oposición enarboló la política social como slogan de campaña.
Es un hecho incuestionable que en este mandato hubo recuperación salarial y una menos inequitativa distribución del ingreso. Esto no es un tema menor, pues hay un impacto en la cartera de millones de trabajadores que muy probablemente determinarán quien será la nueva presidenta. La hoy oposición se dio cuenta tardíamente de que, olvidarse de realizar política social para millones de mexicanos se paga en las urnas por mayoría, por ello es que, es poco probable que regresen pronto al poder. Con todo, por lo menos de manera oficial, las campañas apenas comienzan. Aunque dudo que pueda haber un vuelco en las preferencias electorales, nada está escrito y todo puede pasar. En tres meses lo sabremos.
Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón-UNAM y UDLAP Jenkins Graduate School.