La alerta sobre el impacto medio ambiental negativo de las actividades empresariales, de ningún modo es nueva. Una de las primeras voces que se alzaron para advertir que los recursos naturales son finitos fue la de un grupo de científicos, políticos y académicos, quienes formaron una organización llamada Club de Roma y, en 1972, publicaron un libro que circuló internacionalmente, los límites del crecimiento , donde advirtieron que el uso desmedido de los recursos naturales podría agotarlos, degradar al medio ambiente y, de no hacer nada, poner en riesgo la existencia misma de la humanidad. En ese tiempo el cambio climático no era un tema preocupante, tendrían que pasar algunos años para que dicho tema se incorporara en las agendas políticas del mundo. Tuvo que pasar más tiempo para que el sector privado empezara a hacer algo respecto al medio ambiente. Un tema que empieza a ponerse de moda es la responsabilidad ambiental, social y de gobernanza corporativa (ASG), el tema al parecer llegó para quedarse y es importante que las empresas se suban a ese tren, que seguramente es más que una moda pasajera.

La preocupación internacional por el medio ambiente se encuentra ahora en la agenda prioritaria de organismos internacionales como ONU, FMI y Banco Mundial. Han desplegado recursos para que el tema sea abordado con seriedad, tanto humanos como financieros. Aunque los principales destinatarios de dichos recursos son los Gobiernos nacionales, el sector privado ha modificado su definición de Responsabilidad Social Empresarial para agregar no sólo el tema ambiental, sino el tema social y de gobernanza corporativa. El tema se encuentra en la etapa inicial no sólo en México, sino en el mundo entero y se pretende que el sector privado tenga una participación más profunda en estos temas.

En materia ambiental pareciera que no hay mucho que decir: abatir la contaminación, proteger a los ecosistemas y explotación sustentable de los recursos naturales parecieran ser los principales tópicos de la agenda. Por supuesto que no son los únicos, y cada proceso productivo tiene sus particularidades que pueden hacer que un tema sea más relevante que otro. Pero lo que es un hecho, es que el tema ambiental no genera controversia respecto a su significado.

En materia social las cosas cambian. No es claro a qué se refieren cuando se habla de esta cuestión. Por un lado, se encuentra la protección de los derechos de comunidades locales, lo que, por ejemplo, podría implicar dejar de explotar una mina, pagar sueldos decorosos, ofrecer lo que la Organización Internacional del Trabajo denomina trabajos decentes, es decir, donde se respete la integridad y dignidad de las personas y donde se otorgue seguridad social. En países como el nuestro, en definitiva, el reto no es menor, pues se trata de reconocer que las comunidades existen y que tienen derechos. Aunque algunos inversionistas han optado por no invertir en actividades económicas que se consideran nocivas para la sociedad, como el alcohol, tabaco, armas de fuego o pornografía, la responsabilidad social va mucho más allá de invertir o no hacerlo. El reto no es menor.

La Gobernanza Corporativa tampoco es del todo clara. Por definición implica tener un Gobierno Corporativo con consejeros adecuadamente remunerados, donde las decisiones importantes sean tomadas por dicho consejo de Gobierno de la empresa y se procuré evitar la corrupción, sistematizar los procesos, reportar de manera transparente a los accionistas, y al público en general a través de las Bolsas de Valores, sobre las acciones tomadas en materia de Inversiones Socialmente Responsables. Al igual que en los casos anteriores, el tema no se agota aquí, hay mucho por trabajar y formalizar.

El sector privado lo empieza a hacer, porque es mejor que ellos mismos hagan algo antes que los órganos regulatorios del mundo lo hagan por ellos. Por poner un caso, las plataformas digitales tipo Uber consideran a los choferes como socios y no como trabajadores; en México, para poder vivir decorosamente como chofer es necesario conducir un vehículo más de ocho horas por día, sin recibir prestaciones de seguridad social. Si las empresas que funcionan a través de plataformas digitales quieren ingresar al club (ASG) deberán modificar sus condiciones de trabajo.

Otras empresas internacionales, como Amazon, que entrega productos en todo el orbe en envolturas de plástico, igualmente tendrá que modificar su empaquetado para que éstos sean biodegradables o, como mínimo, reciclables. Coca-Cola, recientemente anunció que en 2030 reciclará el mismo número de envases de plástico pet como envases venda, sin embargo, olvida que a lo largo de los años ha contaminado al mundo entero con sus envases. Para pertenecer al club se deberá modificar el comportamiento empresarial en varios sentidos. Esperemos que eso sea más que una moda y que el sector privado contribuya a tener un mundo mejor.

Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón-UNAM, UAEMex y UDLAP Jenkins Graduate School.

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