Darío Ibarra

La fobia a las empresas públicas

11/07/2021 |02:08
Redacción El Universal
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La visión económica que ha imperado en el mundo durante al menos treinta años sostiene que el sector público es un mal administrador y, por ello, debe evitarse tanto como sea posible la existencia de empresas públicas. En gran medida esta visión es la que provocó que en México se privatizaran cientos de empresas públicas durante el periodo que algunos denominan neoliberal, es decir, a partir del mandato de Miguel de la Madrid Hurtado en 1982. Contemporáneamente en diversos foros se sigue creyendo que el sector privado es más eficiente en los procesos productivos y administrativos que el sector público, por eso, la sola idea de la existencia de una empresa pública que se encargue de la distribución de gas L. P. al consumidor final ha provocado burlas y rechazos en diversos foros. Sin embargo, decir que las empresas privadas lo hacen todo bien mientras que las públicas todo mal, son igual de ideológicas, pero en sentidos opuestos.

Durante décadas la intervención del Estado en la economía mexicana llegó a niveles extremos y de auténtico escándalo. Tener empresas productoras de juguetes o que existieran teatros y cines pertenecientes al sector público era a todas luces un exceso. Eso lo vivimos en México antes de la década de los ochenta. Una de las cadenas más importantes de cine que siguen operando a pesar de la pandemia tiene su origen en un conjunto de cines operado por el sector público. En el extremo hay quienes sostienen que existieron cabarets públicos. Muchas de estas empresas no tenían porqué ser propiedad pública. El sector privado lo habría podido hacer perfectamente y el público, dedicarse a otros temas más importantes como salud y educación.

No solo vivimos episodios donde el sector público intervino. Cuando las empresas públicas se vendieron, el sector privado incursionó en diversos sectores de la economía y los resultados no fueron mejores. De hecho, fue necesaria la intervención del sector público para evitar la quiebra y despido de cientos, tal vez miles, de trabajadores. El sector azucarero, entre otros casos, da buena cuenta de ello. Durante varios años los críticos a la desnacionalización hablaron de la privatización de las ganancias y la socialización de las pérdidas.

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Que una empresa pública, aún antes de existir, sea considerada como ineficiente obedece a criterios ideológicos antes que reales. Es la fe ciega en el sector privado, sin considerar que también tiene fallas. No hay que mirar muy lejos para comprobarlo: una familia descendiente de un expresidente dejó el país por no pagar impuestos y quebró a una aerolínea. No sólo se trata del quebranto de la empresa, que implica que la familia, o el sector privado, pierda sus bienes, se trata también de un quebranto al sector público por no pagar impuestos. En resumen, la evidencia muestra que “hay de todo en la viña del señor” y la ineficiencia no es exclusiva del sector público.

Hay empresas públicas eficientes. La empresa televisiva BBC de Londres es un ejemplo de ello: sus documentales son muy superiores en calidad a las del sector privado, este último ha tergiversado el periodismo científico para contratar actores que se envuelven en el manto de la ciencia y la técnica para producir verdaderas barbaridades; lo importante para ellos es vender el programa, no la veracidad del mismo. En México durante décadas canal 11 tuvo un papel semejante, toda proporción guardada, a la de la televisora inglesa.

El tema de la legalización del cannabis para uso lúdico no es nuevo. Hace casi veinticinco años se propuso irónicamente su legalización, distribución y venta a través de una empresa pública. Sería tan ineficiente, que la droga no se produciría, sería cara y de mala calidad desincentivando con ello su consumo. No ocurrió así. Es hasta ahora que se ha legalizado, pero sin intervención pública. En todo caso, la propuesta inicial obedecía a la creencia de que la empresa pública haría mal las cosas.

Es factible crear una empresa pública que se encargue de repartir gas L. P. si así ocurre, está por verse si consigue vender a mejores precios que el sector privado, de momento ha sembrado la duda y el temor para los privados, lo que tal vez sirva para incentivar la competencia en los precios. Si las empresas públicas son tan ineficientes como se piensa, entonces el sector privado no tiene de qué preocuparse. Pero si esto los obliga a tener precios más competitivos y con ello reducir ganancias, la preocupación es legítima. En todo caso, los que creemos en la competencia no vemos con malos ojos que puedan competir en el mercado empresas públicas y privadas.

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El número de contagios ha crecido en las últimas semanas. Pareciera que, a pesar del avance en la vacunación, nos encontramos en lo que podrías ser una tercera ola. Para algunos ya lo estamos, pero todavía no lo podemos decir de modo contundente. A pesar de ello, es poco probable que se vuelva a dar un confinamiento masivo, el costo económico de hacerlo es enorme. Por otra parte, a más de un año de los primeros contagios en el país, ahora sabemos mucho más de la enfermedad que cuando comenzó el confinamiento. El número de contagios no sólo obedece a las nuevas variantes del virus, que han demostrado ser más contagiosas, sino que, como sociedad, hemos “bajado la guardia”: cada vez es más común observar en la calle, así como en lugares de trabajo y oficinas, a personal sin cubrebocas. La contingencia de salud no ha terminado. No sólo le corresponde al Gobierno vacunar, cada uno de nosotros debe ser responsable para si mismo y para el resto de la población.

Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón-UNAM, UAEMex y UDLAP Jenkins Graduate School.