Finalmente se empieza a ver la luz al final del túnel. Una vez que los países más ricos vacunaron a gran parte, o la totalidad, de su población, hay vacunas excedentes que están enviando al resto del mundo. El proceso de vacunación sigue avanzando y es previsible que este mismo año la mayoría de los países levantarán el confinamiento obligatorio. Tras la tempestad vendrá la calma. Pero el mundo ya no es el mismo que era a inicios del año pasado. La pandemia tuvo un impacto global en prácticamente todas las actividades humanas. Cuando el mundo regrese a la nueva normalidad, veremos gradualmente en qué nos convertimos, cuáles fueron las altas y bajas. En el terreno económico la historia todavía no termina. Es más, lo peor todavía podría estar por venir en vista del incremento en el crédito privado y el consecuente aumento de la cartera vencida del sector financiero.
La temida tercera ola no llegó a México. A pesar del aglomeramiento en diversos lugares turísticos durante la semana santa, esto no se reflejó en un crecimiento en el número de contagios, por lo que día tras día los nuevos casos tienden a ser cada vez menos, al igual que el de defunciones. Salvo excepciones, el semáforo epidemiológico del país tiende al verde. De hecho, en algunos sectores se ha regresado gradualmente al trabajo presencial y lo esperado es que esta tendencia continúe.
Deberemos esperar cierto tiempo para que las organizaciones, públicas y privadas, determinen si el ahorro que hubo en el consumo de electricidad, agua y otros insumos utilizados por los trabajadores, sumado a las variaciones en productividad, son razón suficiente para conservar a parte de la fuerza de trabajo laborando a distancia. Algunas empresas ya lo comenzaban a hacer y los espacios vacíos sirvieron para darles un uso distinto al de oficinas o bien generar un ingreso adicional por la renta de éstas. En poco tiempo conoceremos el rostro de la nueva normalidad laboral.
La vacunación al personal docente en el país abre otra oportunidad, por toda la actividad económica en torno a las escuelas. Todavía están por verse las posibles resistencias de padres de familia y estudiantes para volver a tomar clases de modo presencial, pero el Gobierno, en sus diversos niveles, ha manifestado su interés en regresar lo más pronto posible. El ciclo escolar está por terminar, por lo que haría más sentido regresar a partir de agosto, por lo menos para las instituciones con planes semestrales; podría haber excepciones en las que tienen planes trimestrales, cuatrimestrales o que ofertan cursos de verano. Lo que es un hecho incuestionable es que gran parte de las actividades económicas que giraban alrededor de instituciones educativas, formales e informales, desde papelerías hasta cervecerías, se redujeron y está por verse cuántas retornaran una vez que los estudiantes regresen al salón de clases. Será todo un reto el determinar cómo hacerlo sin generar aglomeraciones, sobre todo en instituciones públicas donde los grupos suelen ser muy numerosos.
En muchas empresas las cosas cambiaron. Las que lograron adaptarse dieron un importante paso al incorporarse al mundo digital. Reuniones, mercadeo, facturación, etc. si bien en algunos casos ya se hacían, ahora se tuvieron que hacer por necesidad. Los ahorros en tiempo, en transporte, en alimentos entre otros factores, determinarán muy pronto el grado en que el trabajo a distancia llegó para quedarse. El confinamiento nos encerró en nuestros hogares. Pero abrió la puerta del mundo digital: ahora es evidente que basta tener el equipo de cómputo adecuado para participar en una reunión con personal de, literalmente, el mundo entero. Esta puerta no se cerrará nunca más, por el contrario, lo mejor es tomar esta inercia y entrar de lleno al mundo digital, no pelear contra la tecnología, sino abrazarla. El futuro está ahí, el fin del confinamiento no lo será de la digitalización de la economía, es mejor aprender a vivir con eso.