En seis décadas no se había visto algo como esto: los actores de Estados Unidos, principalmente los de Hollywood, se encuentran en huelga. Lo que se sabe es que hay dos demandas básicas: que se reduzcan las escandalosas ganancias de los altos ejecutivos de la industria, y que se compartan los ingresos generados por las plataformas vía streaming, como Netflix y otras que existen en el mercado. Movimientos de esta naturaleza de ningún modo son nuevos, de hecho, nacieron conjuntamente con la industria desde la época de la Revolución Industrial. Tampoco será la última movilización que veremos, más bien es un botón que muestra cómo se está transformando la industria en general debido, entre otros factores, a la inteligencia artificial y la tecnología. Estos últimos no se detendrán, más bien tenemos que aprender a vivir con ellos y sacarles el mayor provecho posible.
Al iniciar la Revolución Industrial cientos o miles de artesanos fueron desplazados por maquinaria. En ese entonces se llevó a cabo un movimiento que buscaba destruir las máquinas para hacer rodar hacia atrás a la rueda de la Historia. No lo lograron. Por el contrario: la industrialización se expandió, cual virus, por el mundo entero, formando y forjando el mundo que tenemos en la actualidad.
El cambio tecnológico siempre ha provocado que algunos sectores diluyan. Muchos músicos perdieron su trabajo con la invención del fonógrafo, eso se agudizó con los discos de vinil, con las cintas y posteriormente con la tecnología CD y/o Blu-ray. Estos últimos ahora se encuentran en decadencia, y empiezan a convertirse en objeto de colección gracias a la internet y, consecuentemente, al streaming.
Cuando el correo electrónico empezó a hacerse masivo, hace aproximadamente 30 años, por los años 90 del siglo-milenio pasado, un movimiento de los carteros tradicionales buscaba establecer un impuesto o cobro a los correos electrónicos enviados y, con los recursos recolectados, pagar el sueldo de los carteros tradicionales que sólo veían cómo su trabajo era desplazado por el uso de dispositivos conectados a la red global de la internet.
Contemporáneamente la inteligencia artificial ha entrado de lleno en el mundo laboral. Lo más probable es que se sigan dando desplazamientos masivos de personal. Por poner un ejemplo, el mundo de los abogados se ve ahora amenazado por la inteligencia artificial que puede buscar en minutos o segundos, leyes, reglamentos, sentencias, dictámenes, etc. sobre un caso en particular y con ello desplazar a varios profesionales de carne y hueso. El tema no es menor y el riesgo de ser desplazados por la tecnología tampoco lo es.
En el terreno de la medicina ocurre algo semejante: una inteligencia artificial puede buscar en cientos de archivos y bases de datos las características de alguna enfermedad y dar una prescripción médica con mayor precisión que muchos médicos. Lo mismo ocurre con el transporte: los autos autónomos están desplazando a los choferes, no se cansan y no violarían las leyes de tránsito, por lo que es previsible que el número de accidentes viales se reduzca. Pero también el número de choferes empleados en la industria del transporte.
Por todo lo anterior es que la industria del cine no es más que una víctima más del despliegue tecnológico, por un lado, y por el otro: del modelo de hacer negocios de las últimas décadas, que ha enriquecido a un reducido grupo de altos ejecutivos, y que mantiene con ingresos moderados, en el mejor de los casos, o abiertamente bajos al grueso de los trabajadores. Los actores y actrices se encuentran ahora en ese mundo de bajos sueldos para muchos y elevados para pocos además de ganancias extraordinarias para los accionistas de estas empresas. En pocas palabras, los actores y actrices también son la clase trabajara.
Hace más de veinte años se filmaron las primeras películas completamente animadas. No era necesaria la presencia de actores de carne y hueso. En el mejor de los casos era necesaria su voz. Hoy es probable que hasta de eso se pueda prescindir. En pocas palabras, la industria del cine se está transformando y los partícipes de ella deben adaptarse o desaparecer. La Historia nos muestra que no es peleando contra la tecnología como podremos salir mejor librados, sino al contrario, abrazándola, trabajando con ella y obteniendo lo mejor de ella. El cómo hacerlo está por descubrirse y no es algo menor, sin embargo, destruirla o intentar detenerla no es el camino. Sobran ejemplos de ello. Sin embargo, una luz en el camino podría ser encontrar el diferenciador que hace el trabajo humano mejor y que es capaz de revolucionar distintos campos del conocimiento.
Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón-UNAM y UDLAP Jenkins Graduate School.