Finalmente llegó el día de las elecciones intermedias . De mantenerse la inercia de procesos electorales pasados, las elecciones intermedias no suelen ser tan concurridas como aquella donde se elige al nuevo presidente. En poco tiempo sabremos si esta inercia se mantiene o se rompe este círculo vicioso de escasa participación. La sociedad está muy polarizada y la intolerancia a distintas formas de pensar se encuentra por doquier. Como si existiera un pensamiento único y verdadero y lo que piensan los demás fuese erróneo. El pensamiento de muchos es: “mi doctrina o ideal es el único verdadero, los que no opinen igual son, en el mejor de los casos, tontos”. Este pensamiento lo encontramos incluso en círculos de intelectuales reconocidos. La realidad es que no existen formas únicas de pensar. En el campo de las ciencias sociales, cada estructura teórica pretende ser la única y busca imponerse sobre las demás. La gran ventaja de este proceso electoral es que, así sea en términos de partidos, podremos ver de qué lado está la mayoría de los votantes .

Algunos analistas de i ndicadores económicos , como son tasas de interés, empleo o crecimiento económico, comentan que muchas veces han recibido insultos por dar tendencias o pronósticos que ni siquiera son de ellos, son resultados de encuestas como las que hace el Banco de México . Tanto si son optimistas como pesimistas se reciben “pedradas” de un lado de las gradas o del otro. Hay quienes ven sólo sombras en este Gobierno, pero hay quienes solo ven luz y piensan que estamos camino al paraíso. Lo más probable es que ninguna de las dos versiones sea correcta. Así de polarizada está la sociedad.

Algunos datos sobre el desempeño económico de los últimos Gobiernos pretenden mostrar que el actual es una catástrofe económica. No consideran que el confinamiento provocó una recesión brutal en el mundo entero y no sólo en nuestro país. Tampoco consideran que es incorrecto medir el desempeño de seis años de gobierno contra dos o dos y medio. Por otro lado, hay quienes piensan que la pandemia es la causante de todos los males que hay en el país y lo que nos ha traído hasta donde estamos sin considerar las fallas que éste, y todos los Gobiernos, tienen. Nuevamente, cualquiera que sea el extremo, pareciera que no hay más razón y verdad que la propia.

El proceso electoral que estamos viviendo mostrará las preferencias políticas de la población que salga a votar. Hay quienes añoran el pasado reciente como si durante dicho periodo la corrupción e incompetencia públicas no existieran. Como si durante dicho tiempo hubiésemos tenido un desempeño económico espectacular y nos hubiésemos acercado al nivel de vida de países desarrollados. El otro extremo es el que sostiene que es ahora cuando, si bien las cosas no están del todo bien, por lo menos están mejorando. Se tiene una fe ciega en el actual Gobierno y se han dejado de ver las fallas y errores . Lo peor, el solo hecho de mencionarlo en automático nos ubica a algunos entre los neoliberales y neoporfiristas. Los resultados de las elecciones ayudarán a ver de qué lado está la mayoría de aquellos que salgan a votar.

Por lo anterior es que es importante salir y ejercer el derecho al voto . No importan las preferencias políticas o partidarias. El contexto de descalificación hacia quienes no piensan como nosotros se dirimirá en las urnas. Los medios escritos, audiovisuales y, recientemente, las redes sociales, por fin verán si aquellos que compartimos algunos puntos de vista somos mayoría o no. Esta es la oportunidad de los que están en contra del actual Gobierno para manifestar su desaprobación y ver si son mayoría, pero también es la oportunidad para aquellos que están a favor. Muy pronto sabremos quien es la mayoría.

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La polarización y violencia verbal no es exclusiva del ámbito político . Pareciera que los demonios de la intolerancia se han desatado y circulan libremente por medios de comunicación , redes sociales y círculos académicos. En círculos académicos y científicos, como los que existen en Facebook sobre becarios del Conacyt , es común encontrar descalificaciones y agravios por temas no políticos e inclusive triviales. La posibilidad de escribir lo que se piensa libremente nos ha llevado a extremos de escandalosa intolerancia. El problema es que la capacidad de aceptar formas de pensar distintas al parecer es muy poca. Lo que se observa es que, si uno no piensa de modo semejante al otro de inmediato es descalificado y tachado de, en el mejor de los casos, ignorante. Las redes sociales han abierto una auténtica caja de Pandora, tanto con bienes como males que aquejan a la humanidad. Mas que descalificarnos mutuamente, necesitamos resolver problemas reales, como el cambio climático. Las discusiones bizantinas contribuyeron a la caída de un imperio, contemporáneamente lo que está en riesgo es el futuro de toda la humanidad. Más que descalificar, necesitamos discutir alternativas de solución a los problemas que nos aquejan.

Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón-UNAM, UAEMex y UDLAP Jenkins Graduate School.