Nos encontramos a una semana de las elecciones intermedias del actual periodo presidencial. Desde el inicio del presente mandato, el presidente aseguró que no habría ningún cambio constitucional en los primeros tres años de Gobierno, pero esto podría ocurrir durante la segunda mitad. La conformación de la cámara de diputados será crucial para que los posibles cambios en la Carta Magna tengan lugar. El proceso a seguir es largo y se deben cumplir muchos requisitos para que lo anterior sea posible, sin embargo, en el tema electoral, los estudios arrojados por diversas casas encuestadoras y publicados en medios de comunicación muestran que los resultados no serán muy diferentes de los obtenidos en 2018. En poco más de una semana lo sabremos y veremos si se recuerdan los tiempos en que el poderoso PRI se llevaba el “carro completo”, solo que en esta ocasión dicho partido quedaría en tercer lugar a nivel nacional.

Al igual que otros procesos electorales, las campañas políticas han estado plagadas de descalificaciones a otros partidos políticos y candidatos antes que de propuestas orientadas a tener un mejor país. Las propuestas deben estudiarse y analizarse sin descartarse de modo inmediato. El caso del salario mínimo, por poner un ejemplo, muestra que su incremento no se tradujo en una inflación uno a uno, es decir, en definitiva, podemos hablar de recuperación salarial para gran parte de la población. Pero antes de que esto ocurriera, la propuesta era rechazada a priori, con el argumento de que incrementarlo sería proporcionalmente inflacionario. Si bien los precios han tenido incrementos superiores a los observados en otros mandatos, están muy por debajo del incremento en los salarios mínimos.

La propuesta del ingreso básico universal, que implica que todo habitante del país reciba una suma de dinero independientemente de su nivel socioeconómico, es rechazada por cantidad de académicos, empresarios y políticos sin siquiera estudiar los posibles impactos en la economía del país y sin revisar las consecuencias en países europeos, en donde se ha establecido esta política. Pareciera que la regla es la de descalificar cualquier propuesta económica que parezca provenir de una postura de izquierda.

La descalificación de toda propuesta nos está alejando de la discusión de temas cruciales, no sólo para el país, sino para la humanidad misma, como es el cambio climático, la degradación de ecosistemas, el agotamiento del agua disponible para consumo humano, la sequía infernal que nos acosa, la educación pública de calidad, la inseguridad entre muchos otros temas. Las propuestas deben estudiarse y no descartarse sin un análisis sensato y sin consultar a la población sobre las medidas tomadas.

Hace décadas se tomó la decisión de crear instituciones de “notables”, expertos en determinadas materias que toman decisiones que afectan a millones. Nunca estuvieron cerca de la población. No recuerdo un solo caso en que se hayan realizado consultas nacionales para cambios tan dramáticos como la Reforma Energética de 2013, o para la creación de leyes en materia de regulación económica o en materia de telecomunicaciones. Lo mismo aplica para instituciones autónomas como el Banco de México o el IFETEL entre otras instituciones. De tomar en cuenta la opinión de la población, posiblemente hoy no estarían en el ojo del huracán y en riesgo de desaparecer en caso de que el actual Gobierno consiga suficientes escaños en el congreso para lograr cambios constitucionales.

Las elecciones servirán para verificar si las campañas en contra del actual Gobierno han sido eficaces o la palestra diaria de las conferencias llamadas “mañaneras” han sido más efectivas. Se verá si lo que piensan muchos intelectuales, políticos, empresarios y comunicadores coincide con el sentir popular. Me inclino a pensar que pronto se verá que no es así. Los opositores al actual Gobierno tendrán que cambiar de estrategia.

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Hace algunos años la imagen del entonces presidente, Enrique Peña Nieto, se publicó en la primera página de una revista internacional publicada en idioma inglés. Se mencionaba que él “salvaría” a México. En el siguiente proceso electoral nacional, su partido se convirtió en minoría y su ex secretario de hacienda se refugió en un país donde no existe tratado de extradición porque podría ser llamado a rendir cuentas por presunta corrupción. Ahora ocurre lo mismo, pero en sentido inverso: la imagen del actual presidente aparece en otra revista internacional, por lo menos en su versión latinoamericana, pero señalando lo opuesto que con el anterior mandatario. Dentro de algunos años veremos si el país quedó mejor o peor que con gobiernos anteriores, quienes pagaron por la foto en portada en dicha revista, sabrán en una semana si lo invertido generará dividendos políticos. Más bien parece una medida desesperada por revertir los resultados donde es altamente probable que se vuelva a imponer el partido del actual presidente.

Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón-UNAM, UAEMex y UDLAP Jenkins Graduate School.

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