La visita reciente a México de los congresistas pertenecientes al influyente comité de Medios y Procedimientos de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, rindió frutos en su objetivo de presionar al gobierno de Manuel Andrés López Obrador para hacer concesiones de última hora en temas relevantes para agenda del partido demócrata, como lo es el capítulo de los asuntos laborales contenidos en el T-MEC. El objetivo del partido demócrata con este tipo de presiones, es demostrar a sus bases sindicales a toda costa, que la competitividad mexicana basada en los salarios bajos ya no será motivo para que se sigan perdiendo empleos no calificados en los Estados Unidos.

Por Darío Ibarra y Gustavo Acua Popocatl

El poder ejecutivo de México ya había firmado el T-MEC, el congreso mexicano también ya lo había votado favorablemente. Esta táctica de ser el primero de los tres países en aprobar el T-MEC, tenía como meta evitar hacer enmiendas al tratado, sobre todo como consecuencia de las presiones que pudieran provenir del legislativo de EU. De nada sirvió la estrategia. Los congresistas que vinieron pidieron las concesiones adicionales, y se tuvo la necesidad de modificar el acuerdo y, nuevamente, hacer pasar la factura a México, obligando al ejecutivo a volver a firmar el acuerdo públicamente.

Pese a que los demócratas de la Cámara de Representantes se han comprometido con el Gobierno mexicano a enviar al pleno el T-MEC para su aprobación, en el Senado de EU se escuchan otros comentarios, ahí algunos portavoces han manifestado que los tiempos establecidos para la agenda legislativa para lo que resta de este año van a dificultar someter a voto en esta cámara al T-MEC. A lo anterior hay que añadir que, en el senado, los ánimos políticos están más enfocados en lo referente a un posible impeachment del presidente Trump, lo que incrementa la probabilidad de que el T-MEC se vote después de haber transcurrido el primer trimestre del 2020.

Más allá de la cuestión del tiempo, está de por medio el número de votos potenciales que el T-MEC podría tener. Vale la pena revisar el contexto histórico en donde los últimos acuerdos comerciales votados en el congreso de EU se han aprobado con estrechos márgenes de apoyo, particularmente en la Cámara de Representantes, que cuenta con 435 congresistas, de los cuales la mitad más uno (218) son necesarios para aprobar los acuerdos comerciales.

El TLCAN, por ejemplo, se aprobó en 1993 con un voto a favor de 234, frente a 200 votos en contra. El acuerdo EU-Centroamérica se aprobó con solo dos votos de diferencia: 217-215. El acuerdo entre EU y Omán se obtuvo con 221 a favor y 205 en contra. El acuerdo con Colombia paso con 262-167 pero esto fue en el año 2011, la primera vez que se votó tres años antes, el sondeo quedo 224-195. Los acuerdos con países desarrollados han tenido menos dificultades, el acuerdo de libre comercio EU-Australia se aprobó 314-108, y el acuerdo con Corea del Sur no tuvo dificultades: 278-151.

¿Qué nos depara la próxima votación en la Cámara de Representantes? Frente a las exigencias de los demócratas, las cuales no solo estaban centradas en los temas laborales, la expectativa es que el T-MEC logre más votos de los que obtuvo el TLCAN en 1993 cuando las concesiones finales, hay que reconocerlo, fueron mayores a las actuales: se tuvieron que establecer topes a las exportaciones de azúcar y de jugo de naranja para obtener los votos de los congresistas de Florida y Luisiana, e incorporar los acuerdos laborales y ambientales para amarrar los 234 que hicieron posible el triunfo en ese momento.

El proceso del nuevo Tratado Comercial ha sido accidentado, otros temas de naturaleza política se han cruzado en el camino y han entorpecido el proceso. Pero pareciera que, tan pronto se agote el tema del impeachment al presidente Trump, tendremos un nuevo tratado.

Ibarra es Coordinador Académico de Negocios y Finanzas de la UDLAP Jenkins Graduate School.
Acua es Profesor de Tiempo Completo del Centro Universitario UAEM Nezahualcóyotl.

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