Hoy se cumplen dos años del inicio de la llamada 4T . Algunos analistas prefieren decir que comenzó antes: cuando se supo quién había ganado la presidencia de la República y cuando fue evidente que en el congreso habría mayoría de parte de Morena. Pero el cumpleaños formal de la presidencia del actual Gobierno es hoy. Como sociedad nos hemos polarizado, desde aquellos que apoyan a ultranza al actual mandatario hasta los que sólo ven obscuridad y retroceso. Normalmente la realidad tiende a estar en medio.

La imagen del presidente de México, como institución, se empezó a deteriorar bajo el mandato de Luis Echeverría Álvarez, con él se inició la tradición mexicana de burlarse de su presidente. De ahí en adelante, por diversas circunstancias o defectos de quienes ostentan dicho cargo, la figura presidencial ha sido objeto de burla y severa crítica. Pero pareciera una realidad contundente que el actual mandatario ha sido al que una parte de la vox populi ha etiquetado con diversos apodos.

La parte de la sociedad que votó por él lo hizo en gran medida porque los anteriores Gobiernos, del PRI y del PAN, no cumplieron con sus promesas básicas de elevar el nivel de vida de la mayoría de la población, de acabar con la corrupción o por lo menos dejarla en niveles manejables. Ni siquiera el TLCAN se tradujo en un mayor nivel de vida para el grueso de la población; en todo caso, le podemos atribuir que ahora el ciudadano promedio cuenta con una mayor cantidad de productos a su alcance. Esto no es poca cosa, pero el tratado nos quedó a deber y tuvo un alto costo en los diferentes sectores de la economía.

Durante años, algunos sueldos de funcionarios públicos alcanzaron niveles de escándalo, hay quienes se han resistido y los siguen teniendo. La mayoría de la población tiene que trabajar un año, o más, para alcanzar los niveles de ingreso mensual de algunos funcionarios públicos. Si bien esto no se ha eliminado, por lo menos se ha reducido.

Las llamadas conferencias mañaneras para algunos no son sino un show mediático. Y tienen razón: tanto comediantes como políticos deben dar un buen show. Al respecto el actual mandatario lo ha hecho a la perfección. Pero no nos engañemos: se comporta como político que gracias a las conferencias manda el mensaje de que es un presidente que trabaja. Los detractores sólo ven el espectáculo, pero para el grueso de la población se trata de un presidente que sí trabaja. No hay que olvidar que las elecciones se ganan con votos y las conferencias han servido para aplanar el camino para que Morena siga gobernando tal vez más allá del 2024. Esto está por verse, pues aún nos quedan dos terceras partes del sexenio. Si la mayoría de los votantes no ven resultados reales que impliquen mejoras en su nivel de vida, podrían no repetir la presidencia y casi el “carro completo”.

La economía está mal. Es incuestionable. Pero está mal en el mundo entero. El confinamiento que estamos viviendo no se había visto en décadas, por lo que es un error estadístico y metodológico pretender medir el desempeño económico del actual Gobierno contra sexenios anteriores porque el contexto es radicalmente distinto. A pesar de ello, en dos años se ha incrementado el sueldo promedio de los cotizantes del IMSS. Esto puede implicar que no hay tanto subregistro, que el trabajador promedio del sector formal de la economía está mejorado y esto se refleja en la cartera.

La posible eliminación del outsourcing puede ayudar a que más trabajadores tengan seguridad social. Aún si la ley no se materializa, el hecho de que los empresarios están negociando formas alternas de contratación, que sean flexibles y que otorguen seguridad social, es por sí mismo un avance que seguramente pronto se reflejará en el nivel socioeconómico de parte de los trabajadores, que hoy se encuentran en la informalidad. Estos números, nuevamente, serán los que contarán en el próximo proceso electoral.

Quedan dos terceras del actual Gobierno. Todavía muchas cosas pueden ocurrir en el camino, tanto que permitan tener recuperación económica, como eventos desafortunados que den al traste con el país. Pero esto todavía está por verse. La moneda está en el aire.

Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón, UNAM

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