Sembrar paz y vida, es una frase que acuñó la Presidenta de México en su intervención durante la cumbre del G20 realizada en Brasil; llama particularmente la atención que lo diga en estos tiempos donde han estado ocurriendo sucesos violentos, de descomposición social y deterioro de las relaciones humanas a lo largo y ancho del planeta; proponer sembrar paz y vida, en lugar de guerras, es un acto de profundo humanismo.
Las guerras y pugnas traen necesariamente un ganador y un perdedor, en el camino los habrá que sean daños colaterales irreversibles; así sucede en el mundo del litigio, cuando la controversia elevada a conflicto se busque dirimir en un juzgado, habrá, como en las guerras, un ganador y un perdedor, también quienes sean el daño colateral.
En el mundo de la solución de controversias, en el mundo judicial, existen mecanismos, vías alternativas que siembren paz y vida, es el caso de la Mediación, muy alentador el panorama que tenemos hoy en día respecto a los MASC.
En un procedimiento de Mediación, que es uno de los mecanismos de solución de controversia, las personas mediadoras no son otra cosa más que agentes de la paz. Es cierto que a diario nos enfrentamos a situaciones, actividades, ideologías, intereses o reacciones que nos provoquen discrepar, elevar estas discrepancias a problemas y pensar en una solución judicial en la que un tercero ponga fin y establezca la forma de solución, sin caer en cuenta que con ello restamos capacidad al ser humano y le condicionamos a la voluntad de un tercero. Hoy en día contamos con herramientas que devuelven a las personas el poder y confianza en sí mismos; también es cierto que la vida es una constante negociación y, por ello, de forma casi inconsciente cedemos, concedemos y nos obligamos frente a otros, esa es la esencia de la Mediación: aplicar técnicas, herramientas, procedimientos que permitan que las partes, que están dentro de una controversia, vayan identificando los puntos en que se puede reestructurar, replantear, conceder y que le sean concedidos derechos y obligaciones ante su par, para evitar que se convierta en una franca batalla por el triunfo de los intereses de uno sobre los de otro.
Es sencillo acceder a esta herramienta legal que permite un convenio en el que los acuerdos, concesiones recíprocas y obligaciones mutuas, adquieran carácter de sentencia emitida por un juez en última instancia (cosa juzgada). En la Ciudad de México existe un Centro de Justicia Alternativa que cuenta con servicios gratuitos de las personas Mediadoras que llevan los procedimientos. Una segunda opción es acudir con las personas Mediadoras Privadas, que fueron certificadas por el Tribunal Superior de Justicia y les dotó de fe pública para la realización de dichos convenios.
Tomar acción para abonar a que desde cualquier trinchera se siembre paz, reconocer la fuerza de cada persona para reaprender y desafiar las reglas impuestas que nos condicionan a reaccionar de forma violenta o a través de las vías menos idóneas o pacíficas y que, a la larga, resultan mucho más desgastantes o que rompen con las relaciones humanas.
Para poder ser agentes de paz, es necesario comenzar por lo más cercano y absolutamente dependiente de nuestra voluntad: nosotros mismos. Las y los profesionales del derecho tenemos la obligación de comenzar a ver a quienes representamos como seres humanos más que como expedientes que nos permitan triunfar en las guerras de los juzgados y acompañarlos en procedimientos más nobles como los Mecanismos Alternativos de Solución de Controversias.
Las posibilidades de negociar son infinitas, actuando en un marco legal ya sea en temas, mercantiles, civiles o familiares, las y los Mediadores podemos cambiar el rumbo de la justicia y devolver a la población confianza en la impartición de la misma. Está al alcance de todas, todos, ser agentes que siembren paz y vida.
Maestra en derecho constitucional y derechos humanos
