La pandemia por el COVID19 ha tenido diversos efectos colaterales, pero uno que tendremos que enfrentar como sociedad en su conjunto es el de la crisis económica y el ineludible aumento de la pobreza.

Según el Director Regional de la OIT, Vinícius Pinheiro, “estamos ante una destrucción masiva de empleos, y esto plantea un desafío de magnitudes sin precedentes en los mercados laborales de América Latina y el Caribe”. La misma OIT, estima una pérdida de 305 millones de empleos en el mundo y la CEPAL, por su parte, estima que en América Latina se perderán 12 millones de empleos formales.

La realidad derivada de la pandemia en México es que millones de personas han tenido que enfrentarse al dilema de quedarse en casa para salvaguardar su vida, o ponerse en riesgo día con día para salir a trabajar y poder llevar el sustento a casa. Como consecuencia de la crisis económica, el distanciamiento social y la suspensión de actividades, millones de personas se han visto afectadas drásticamente perdiendo sus empleos y/o se han visto afectados sus ingresos pasando a una situación de vulnerabilidad.

Según cifras del IMSS presentadas el pasado 12 de junio, en mayo se perdieron 344,526 empleos que sumados a los perdidos en marzo y abril, dan un total de 1 millón 30 mil 366, sin contar que según la ENOE (encuesta del INEGI) indica que el 57.1% de la población, no cuenta con un empleo formal (trabajo doméstico remunerado, comerciantes, agropecuario no protegido, etc.). Actualmente, sólo 44 de cada 100 trabajadores tiene garantizados los derechos mínimos laborales como prestaciones, seguridad y contratos formales. En México, la fuente de ingresos del 40% de los hogares es insuficiente para comprar una canasta básica y que de acuerdo con datos del CONEVAL, se estima que 10 millones de personas podrían pasar de vivir en condiciones de pobreza a extrema pobreza.

Por todo esto, es de suma importancia que el gobierno de un paso atrás y reflexione sobre la pertinencia de un ingreso vital como ya lo han hecho otros países. Por ejemplo, España recientemente lo aprobó en el Congreso de los Diputados (sin ningún voto en con contra) y garantiza ingresos a las familias más vulnerables con un apoyo que va desde 462 euros a 1.015 euros mensuales; el caso francés, que es de 550 euros mensuales y aumenta en función de la situación familiar; o los casos en Alemania, Italia y Portugal, que ponen como condición obligatoria la condición de búsqueda de empleo para poder solicitarlo.

En México, los programas sociales actuales excluyen a sectores importantes, ya que no todas las personas que perdieron su empleo o vieron afectados sus ingresos son candidatos para acceder a los programas sociales por diversas situaciones, ya sea porque no son personas de la tercera edad, madres solteras, jóvenes o estudiantes. Tampoco pueden acceder a los programas de apoyo que ofrecen los gobiernos por no cumplir con los requisitos indispensables como el hecho de que no contaban con un empleo formal y para tramitar estos apoyos, es requisito haber contado con seguridad social previamente.

Con un ingreso vital, se podrán cubrir temporalmente -a diferencia de un ingreso universal, el cual, plantea la entrega del apoyo de manera permanente- las necesidades básicas de las personas en tiempos de emergencia y en la actual coyuntura, evitará la propagación del virus permitiendo que las personas se queden en sus casas.

Es momento de plantear esta discusión en México a raíz de la crisis que estamos viviendo. En la Cámara de Diputados, fue presentado un punto de acuerdo dirigido al Ejecutivo para que considerara un ingreso único vital, dicho punto de acuerdo fue promovido por las diputadas Martha Tagle (MC), Laura Rojas (PAN), Lorena Villavicencio (MORENA) y Verónica Juárez Piña (PRD), a la cual, se han sumado 62 diputados de diversos grupos parlamentarios y en el Senado de la República, Movimiento Ciudadano presentó también iniciativa de ley para que el ingreso vital se convierta en un derecho.

La pandemia tendrá efectos permanentes que modificarán las dinámicas sociales y personales. Tanto el futuro del trabajo y como la noción de Estado de bienestar, resultarán claves para entender y adaptarnos a la nueva realidad post-covid.

Politóloga
@DanielaMCastell 

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