El delito de secuestro es uno de los que mayor afectación social tiene, por los múltiples bienes jurídicos que lesiona1. Implica, sin duda alguna, un fuerte trauma psicosocial para la víctima, sus familiares, y una amenaza para la sociedad en general. En este texto, de ninguna manera se pretende minimizar la gravedad que implica el cometer un secuestro, ni el profundo daño que genera en nuestra sociedad.
El secuestro en México dista de ser un tema menor, de acuerdo con información del SESNSP, tan solo en el 2020 se registraron un promedio de 3 víctimas de secuestro diarias. Esto, tomando en cuenta que la cifra negra de secuestros que no se denuncian es del 98.6%.2
El problema que tenemos en México, no se trata de falta de legislación para combatir el secuestro, pues tenemos leyes que sancionan este delito hasta por 90 años de prisión. Sino se trata de la impunidad que existe en torno a éste, y la forma en que el sistema de justicia lo ha utilizado para fabricar culpables y encarcelar a cientos de personas sin prueba alguna, aprovechándose de la prisión preventiva oficiosa que el delito de secuestro amerita. El caso de Silvana es uno de ellos.
Silvana trabajaba en una empresa de construcción. Mientras trabajaba en una de las obras en Coahuila, un convoy militar irrumpió en la casa y se llevaron a todas las personas que estaban trabajando en la construcción, las encapucharon y subieron a una camioneta.
A ese momento, le siguieron 5 días de intensa tortura, 2 de ellos sin tomar agua, 4 sin comer. Durante 5 días, Silvana, fue violada por más de 5 hombres, golpeada e insultada. “Sabía que me querían sacar información, pero pues cuando no sabes nada, no conoces quién es quién, pues ¿qué dices? nada.”
Una vez que vieron que Silvana no tenía información, la pusieron a disposición del juez en Nayarit. No se acuerda en qué momento la trasladaron de Coahuila a Nayarit, pues la habían maltratado gravemente. Tampoco recuerda bien cómo fue su primera audiencia ante el Juez, pero lo que sí recuerda, es que a partir de ese momento, no volvió a ver la luz en un año.
Durante un año completo, Silvana estuvo en el penal de Nayarit en solitario. “Nadie me hablaba, ni cuando me venían a traer la comida, al principio les gritaba a las custodias que por favor me explicaran qué estaba pasando, pero nunca nadie me respondió.”
La única persona que se le acercó a menos de un metro durante ese año, fue una custodia que entró a raparla. “Yo tenía mi cabello largo, como lo tengo ahorita hasta la cintura, pero una custodia me dio una golpiza, me agarró la trenza, y me la cortó. Yo ya ni siquiera lloraba por los golpes. Lloraba por el pelo, ¿por qué me cortaron el pelo? Sentí que era lo único que me quedaba de mi vida de antes, y también me lo quitaron.”
Después de un año, Silvana vio la luz, le permitieron hacer una llamada a sus papás, antes de trasladarla al CEFERESO 16 en Morelos, donde estuvo 3 años. Durante este tiempo, conoció a su defensor de oficio un par de veces por video llamada. Él le explicó que estaba acusada de secuestro, pero que estaba haciendo lo posible para que pudiera cumplir su condena en el penal de Saltillo, cerca de su familia.
Fue en el penal de Saltillo donde la conocí, 8 años después del día de su detención. A la fecha, sigue sin saber quién la acusó o por qué, quién es la víctima, y por qué ella sigue privada de su libertad. Me cuenta que en el penal de Saltillo está mejor, hay actividades educativas y laborales en las que puede participar, puede interactuar con otras internas, y el trato es más humano.
Agradece no estar muerta, no por no haberlo deseado, sino porque cuando por fin pudo ver a sus familiares después de 4 años, sintió después de mucho tiempo la felicidad al ver en los ojos de sus padres el alivio de volver a ver a una hija que daban por muerta.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad 2021, el delito de secuestro ocupa el primer lugar dentro de la lista de delitos por el cual las mujeres están privadas de la libertad. Donde, por cierto, el 46.1% siguen esperando que se les dicte sentencia3.
Valdría la pena cuestionarnos si esto realmente implica que se le está haciendo justicia a las víctimas, o si esto nos hace sentir más en paz como sociedad. Al final, el delito de secuestro sigue existiendo en México todos los días, y la historia de Silvana es solo la de una vida más de aquellas miles que han sido destruidas por nuestro podrido sistema de justicia penal.
1ISLAS DE GONZÁLEZ MARISCAL, Olga El secuestro: Análisis jurídico, disponible en: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/1/244/3.pdf
2Análisis de los datos disponibles de incidencia delictiva. Disponible en http://causaencomun.org.mx/beta/analisis-de-los-datos-disponibles-de-incidencia-delictiva-agosto/
3INEGI, Encesta Nacional de Población Privada de la Libertad, 2021 (ENPOL) https://www.inegi.org.mx/contenidos/programas/enpol/2021/doc/enpol2021_presentacion_nacional.pdf