La educación financiera es un concepto clave para tener una buena administración de nuestro dinero y, por ende, una mejor calidad de vida. Con base en estos principios las personas podemos implementar acciones para hacer presupuestos, ahorrar, invertir, conocer lo que ofrecen los servicios y productos financieros, además de gestionar de mejor manera nuestros ingresos.
Tener más conocimientos sobre finanzas permite que los usuarios accedan a mejores oportunidades, conozcan los riesgos y las ventajas que conlleva el sector financiero y se reduzcan las posibilidades de ser víctimas de fraude, sólo por mencionar algunas. A pesar de los múltiples beneficios que tiene la educación financiera, este rubro todavía tiene muchas áreas de oportunidad en México.
Un estudio realizado por la Oficina de Información Científica y Tecnológica para el Senado de la República y la Cámara de Diputados (INCyTU) en 2018, revela que en México, solamente el 32% de la población adulta cuenta con cultura básica en materia de educación financiera.
Esta cifra podría sugerir que para la población no es prioritaria la salud de su ‘bolsillo’; sin embargo, se trata de una problemática mucho más compleja porque, ¿a quién le gusta tener deudas o créditos impagables? A nadie, sin duda, de ahí que la educación financiera y el apoyo de herramientas con tecnología de punta son clave para que la población pueda obtener un beneficio real que repercuta en su calidad de vida.
¿Cómo tener una cartera saludable?
Una buena salud financiera se traduce en mayor tranquilidad para las personas y una mejor preparación ante diversos imprevistos. Un mal manejo de las finanzas personales, por otro lado, puede ser un verdadero dolor de cabeza para las familias. Pero para tener finanzas sanas es importante ver el panorama completo: desde los objetivos y posibilidades financieras del usuario, hasta la oferta disponible por parte de las instituciones financieras.
Mucho se habla de que las personas manejan mal sus finanzas y por eso no obtienen créditos; la realidad es que casi la mitad de quienes aplican para un crédito, solicitan el producto incorrecto, es decir, que no corresponde a su experiencia y por eso las instituciones declinan su solicitud.
Esto desafortunadamente se traduce en un factor de exclusión del sistema financiero, que bien puede solucionarse cuando el usuario entiende que una puerta cerrada no es el fin del mundo.
Dicha exclusión ha sido perjudicial para muchas personas, ya que al no encontrar financiamiento en instituciones formales, recurren a otras que no siempre son confiables, de ahí se derivan otras problemáticas como fraude o robo de identidad.
Derribar barreras y mitos
Es momento de eliminar barreras de acceso y mitos que nos ha llevado a que la población crea que ahorrar debajo del colchón es bueno o que la única forma de ‘hacer crecer’ el dinero es en una tanda. En México, tanto la banca tradicional como las fintech ofrecen una oferta amplia y atractiva que se ajusta a todas las necesidades. Basta con encontrar el producto correcto para el usuario correcto y guiarlo para que aproveche al máximo los beneficios que le ofrece.
La educación financiera sí es una prioridad para la población y debe serlo para todas las instituciones involucradas, ya que de ella depende no sólo una mejor calidad de vida para la población, sino también el desarrollo del sector que conlleva beneficios como mayor generación de empleos, sana competitividad y desarrollo económico.