En estos tiempos tan difíciles en materia económica y de salud gracias a la pandemia y a la crisis comercial multifactorial, resulta indispensable tanto para las empresas como para las personas prepararse financieramente antes situaciones adversas y complejas. Por lo tanto, y como lo dijo Nelson Mandela, “la educación es el arma más poderosa que puedes tener para cambiar el mundo”, y en materia financiera no es la excepción.

Entre las causas más notorias y generadoras de crisis económicas en los países es la falta de educación financiera tanto del ciudadano común, como de los políticos y tomadores de decisiones de las políticas monetarias. No es casualidad que en los países económicamente más estables sus ciudadanos tienen una mejor educación económica-financiera. Por ejemplo, la OCDE establece que “la Educación financiera es una herramienta para promover el crecimiento económico, la confianza y estabilidad, en conjunto con la regulación de las instituciones financieras y la protección de los consumidores.” Por su parte, en Alemania las Sparkassen (cajas de ahorro) involucran al sector público y privado en la divulgación de información y generación de conciencia entre los niños y jóvenes con respecto a la importancia de la inversión.

En México la situación dista mucho, según los datos de la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2018, realizada por el Inegi en conjunto con la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, aplicada a la población de entre 18 y 70 años. Se descubrió que sólo 54 millones de mexicanos de un total de 126 tienen al menos un producto financiero, lo que equivale a apenas 46% de los encuestados. De estos, ocho de cada 10 están en el norte del país, siendo los estados del sur los más deficientes. Una vez más, en el norte seis de cada 10 mexicanos de entre las edades anteriormente comentadas tienen una cuenta bancaria, pero suele ser de nómina o pensión.

Por otra parte, hablando de créditos formales, los estados norteños siguen a la cabeza, ya que cuatro de cada 10 personas han tramitado o tienen uno vigente, siendo 41% hombres y 38% mujeres; los estados del centro-sur y oriente son los más rezagados, representando sólo 28%.

Respecto a las cuentas de retiro o Afore, otra vez los del norte representan el mayor porcentaje, ya que 58% de los adultos de entre 18 a 70 años están resguardados por estos instrumentos, teniendo lamentablemente una diferencia de 29 puntos porcentuales en comparación con el sur.

El rezago financiero es notorio: más de 68% de los mexicanos no cuentan con, ni saben sobre educación financiera, cuando en países como Noruega sólo 18% de su población es ignorante de estos temas. Tal vez por esto son tan comunes prácticas negativas de los mexicanos como no invertir, o no saber hacerlo, gastar más dinero del que se gana, encharcarse con créditos difíciles de pagar, no conocer sobre intereses en los préstamos, sobregirar tarjetas de crédito, no prever gastos, no tener presupuestos, etc.

Como se puede observar, muchos mexicanos están fuera del sistema financiero tal vez por miedo, ignorancia o incertidumbre, pero lo cierto es que este alejamiento trae de la mano otros problemas como no saber reconocer la importancia de invertir o en qué hacerlo, ni que decir de generar un historial que les permita después un apalancamiento crediticio en situaciones inesperadas, identificar los intereses y el sobreendeudamiento, por ejemplo.

Es hora de que, como mexicanos, dejemos de esperar que el gobierno tome todas las decisiones y acciones por nosotros; ya es tiempo de dejar de esperar sentados la varita mágica de la fortuna, es momento de reconocer la importancia que nuestras decisiones tienen en un entorno económico global. Es ahora cuando debemos tener una cultura de capacitación, el pueblo debe de contribuir sustancialmente en el crecimiento de su Estado, y para ello debe ser consiente y responsable de sus actos. Cuando el mexicano empiece a interesarse más por su economía, sus finanzas, por la política y por su educación que por el partido de futbol o la reunión embriagadora con los amigos, entonces y sólo entonces podremos mejorar como nación.

Académico de la Universidad del Valle de México, Campus Zapopan

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