En lo que va del año, nuestro país ha presentado un déficit en la balanza comercial de aproximadamente 25 mil millones de dólares, según la información vigente del Inegi. Para poder explicar de mejor manera la situación macroeconómica de este indicador, tendríamos que entender que, a nivel internacional, un país se debe comportar como una empresa privada: sus ventas serían sus exportaciones y, sus compras o gastos, sus importaciones. De este modo, podemos vislumbrar el problema al comparar las importaciones con las exportaciones y encontramos que, tan solo en septiembre, México importó mercancías por un valor de 53 mil 233 millones de dólares, pero exportó solo 52 mil 338 millones de dólares.

Por lo tanto, no es difícil comprender que debemos vender más que importar. Un país que tiene más importaciones que exportaciones tiene pérdidas (déficit) en sus ingresos y, al igual que una entidad lucrativa particular, esto no es muy viable y puede conducir a un severo problema económico. Para el segundo trimestre del año en curso, México cerró con un total de exportaciones equivalente a 133 mil 704 millones de dólares, de los cuales 87% fue de industrias manufacturadas, siendo la fabricación de equipos de transporte y la fabricación de equipos de computación, comunicación, medición y de otros equipos, las más exportadas de este sector. Lamentablemente, para el mes de septiembre la balanza comercial presentó un déficit de 895 millones de dólares siguiendo la tendencia negativa de agosto (5 mil 498 millones de dólares), aunque no con tanta diferencia.

En pleno 2022, México sigue siendo dependiente de su principal socio comercial: sólo a Estados Unidos le exportamos 82.53% del total de nuestra industria no petrolera y 17.47% al resto del mundo, según cifras oficiales del Inegi. Por lo anterior es muy importante reflexionar sobre la extrema dependencia que tenemos de nuestro vecino del norte, y los impactos económicos que esto genera, en otras palabras, si a ellos les duele el tobillo, a nuestro país le da un esquince.

Entonces, ¿por qué no pensar en expandir nuestros mercados a otras partes del mundo para mejorar nuestras ventas internacionales y obtener un superávit, en lugar de dar concesiones a importaciones de grandes empresas extranjeras que comercializan su producto en nuestro país con el objetivo de mantener el proceso inflacionario? ¿Por qué no fomentar el comercio exterior y el apoyo a nuestras exportaciones? ¿Por qué no aprovechar la red de 14 tratados internacionales y los posibles tratados de libre comercio con Inglaterra, Ecuador y Corea del Sur que, orgullosamente, presume la Secretaría de Economía en su página web oficial?

Definitivamente este año ha sido convulso en muchos frentes, pero no podemos negar que México es un actor importante en el contexto internacional que no ha sabido aprovechar. En lugar de ir a los paneles de consulta con Estados Unidos por la interpretación de ciertos capítulos del T-MEC, nuestro gobierno podría por empezar a generar verdaderos programas de apoyo para las micro, pequeñas y medianas empresas, que les permita ser realmente competitivas a nivel mundial. Programas como IMMEX, PROSEC y OEA son, hoy, insuficientes para conseguir un equilibrio en nuestra balanza comercial.

Por último, debemos de recordar que para salir de una crisis económica no siempre es adecuado el recorte y reducción de gastos ya que la inversión dirigida correctamente es la mejor herramienta que tiene una sociedad lucrativa o un país para salir de un problema económico, y qué mejor, que invertir para tener un país competitivo, realmente competitivo. Como se lee en las redes sociales que, aunque parezca broma, es muy cierto: en México tenemos mucho talento, sólo falta el apoyo.

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Académico de la Universidad del Valle de México Campus Zapopan

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