Según la teoría económica básica, toda recesión económica debe ser pasajera, los periodos económicos contemplan la expansión y la contracción de la misma, a fin de establecer un ciclo económico; para ello podemos determinar que la recesión y la recuperación son fenómenos naturales que obligatoriamente se deben de dar en toda sociedad económica actual.

Si nos ceñimos a los principios básicos de la economía, la recesión debería solucionarse rápida y fácilmente por medio de los ajustes de precio en los productos, dejar a los mercados que se muevan libremente a fin de corregir la balanza de la compra y venta. Técnicamente esperar que los productos creados con anterioridad (exceso de oferta) y que se encuentran en espera de compradores, bajen sus precios para incentivar el deseo y adquisición. Lamentablemente, mucho del problema económico actual se debe a la crisis en la cadena de suministro de las empresas por culpa del Covid-19 que provocó la escasez de productos y, por ende, el aumento generalizado de precios.

Con lo anteriormente expuesto, nos enfrentamos a una encrucijada económica nunca vista, toda vez que las cadenas de suministro no se han recuperado por completo y, por lo tanto, aunque ya se empiezan a ver signos de recuperación incipientes, esta es insuficiente para asegurar, o por lo menos permitir, que las empresas puedan reducir sus precios a fin de frenar la crisis inflacionaria actual e incentivar el consumo. Sumémosle que estos siempre suben y rara vez bajan, pues en realidad, los precios llegan para quedarse.

Hasta el momento, el Banco de México ha hecho su parte dentro la política monetaria que le corresponde, subiendo la tasa de interés de manera directa para intentar frenar el consumo a 8.50%, la más alta en 14 años. Por su parte la política fiscal sigue su camino, aunque aún es discutible si se le está dando buen uso a estos recursos o simplemente se erogan en función de caprichos y política.

El Estado, hoy más que nunca debe ser un referente en incentivar la economía, si bien es cierto que la medida para controlar el aumento en los precios de los combustibles ha sido eficiente para mitigar la inflación con un alto costo al erario, y que en últimos días este subsidio ha empezado a reducirse, no menos cierto es que esta decisión también beneficia más a los que más recursos tienen.

El Ejecutivo federal debe entender el gran papel que juega para acelerar la salida de esta crisis. Dejar de ser un simple observador y volverse herramienta coadyuvante es su gran reto. Crear líneas de acción e inversión tendientes a incentivar la producción, mejorar la competitividad, apoyo al emprendimiento, incentivar las exportaciones, proteger la industria nacional de productos extranjeros, destinar recursos a mejorar la infraestructura general del país, mejorar los apoyos al campo y buscar su sostenibilidad, mejorar los planes de atracción de inversión extranjera, son entre otras cosas, áreas prioritarias que se deben atender si queremos recuperar el ciclo de crecimiento económico.

Solo nos queda esperar la implementación de las estrategias reales y eficientes del gobierno federal y que estas no tengan que ver con: el seguimiento de la austeridad republicana en áreas que son indispensables para el crecimiento económico y la salud, la impresión sin control de la moneda, el aumento o creación de impuestos, endeudarnos de nuevo como país ante organismos internacionales o emitir bonos. Una correcta política fiscal y monetaria reanudará la economía y la prosperidad del país.

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Académico de la Universidad del Valle de México, Campus Zapopan
 

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