Con el nuevo contexto económico, político y fiscal que enfrenta México, es crucial reflexionar sobre los desafíos que estos factores presentan para el país. Desde la creciente carga fiscal y la incertidumbre jurídica generada por la reforma judicial, hasta la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, México se encuentra en una encrucijada que exige previsión y estrategias claras para proteger su economía y su posición en el ámbito internacional.
La carga fiscal en México ha sido motivo de debate durante años. En un país donde el sector informal sigue siendo significativo y la recaudación es limitada, el peso de los impuestos recae desproporcionadamente sobre los contribuyentes formales. Esto ha generado una presión financiera en las empresas y ciudadanos que, en un contexto económico difícil, pueden ver mermado su crecimiento y poder adquisitivo.
El aumento en la carga fiscal también tiene repercusiones en la competitividad de México en el escenario internacional. Enfrentar un sistema tributario ineficaz y con altos impuestos desincentiva la inversión extranjera y puede llevar a que empresas multinacionales opten por otros países con entornos fiscales más favorables. Para mitigar estos efectos, México debe buscar un sistema fiscal más equitativo y progresivo que impulse la formalización de empresas y asegure una base de ingresos sostenibles sin ahogar el desarrollo de los negocios.
La reciente reforma judicial busca modernizar el sistema de justicia mexicano, pero también ha generado controversias que podrían impactar la estabilidad jurídica a nivel nacional e internacional. Aunque el objetivo de esta reforma es fortalecer la lucha contra la corrupción y agilizar el acceso a la justicia, la implementación inadecuada de cambios tan profundos puede traer consigo ambigüedad y confusión.
Esta inestabilidad jurídica no solo afecta a las empresas e inversionistas nacionales, sino que también reduce la confianza de los inversores extranjeros. La certeza jurídica es un factor fundamental para cualquier inversión, y una regulación cambiante o mal implementada puede ahuyentar proyectos importantes para el país. México debe ser cauteloso en aplicar estos cambios y buscar la colaboración con el sector privado para crear un entorno jurídico confiable y transparente.
La elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos trae consigo una serie de desafíos y oportunidades para México. Trump ha planteado políticas proteccionistas y una renegociación de acuerdos comerciales que pueden afectar significativamente la relación bilateral. Con la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), México corre el riesgo de enfrentar restricciones comerciales que podrían reducir el acceso al mercado estadounidense y aumentar los costos de exportación.
A nivel macroeconómico, la política de Trump podría impactar las remesas —una fuente importante de ingresos para muchas familias mexicanas— y la estabilidad del peso mexicano, que se ha mostrado sensible a los cambios en las políticas migratorias y comerciales de Estados Unidos. Por otro lado, la presidencia de Trump también presenta la oportunidad de diversificar las relaciones comerciales de México y fomentar la autosuficiencia en industrias clave.
Ante estos retos, México necesita fortalecer sus instituciones y políticas para enfrentar un escenario cambiante. Para ello, se plantean algunas acciones estratégicas:
Reforma fiscal integral: Crear un sistema tributario que no solo recaude más, sino que lo haga de manera equitativa y sin ahogar la inversión, enfocándose en reducir la carga de los contribuyentes formales y estimulando la formalización del sector informal.
Fortalecimiento de la seguridad jurídica: La reforma judicial debe implementar procedimientos claros y transparentes para garantizar la estabilidad del marco legal, evitando regulaciones ambiguas que puedan afectar la inversión y la confianza.
Diversificación de socios comerciales: Aprovechar acuerdos de libre comercio existentes con países en Europa, Asia y América Latina puede ser clave para reducir la dependencia de Estados Unidos. Esta diversificación permitiría a México encontrar nuevos mercados y mitigar los efectos de políticas proteccionistas estadounidenses.
Fomento a la innovación y autosuficiencia: La inversión en sectores estratégicos, como la tecnología, la manufactura avanzada y la energía, puede reducir la dependencia económica de Estados Unidos y generar un crecimiento económico sostenible.
México se encuentra en una coyuntura histórica que puede definir su rumbo en los próximos años. El peso de la carga fiscal, la incertidumbre derivada de la reforma judicial y las posibles políticas de Donald Trump plantean retos complejos que requieren soluciones estratégicas. Con una respuesta proactiva, México tiene la oportunidad de convertir estos desafíos en una plataforma para su fortalecimiento económico y su liderazgo en la región.
Académico de la Universidad del Valle de México, Campus Zapopan