Es de explorado conocimiento que un entorno de negocios ágil, abierto y eficiente favorece de manera directa el crecimiento y economía de un país. Las grandes corporaciones internacionales configuran su estructura para tener acceso a un determinado país o en su caso evitarlo, dependiendo de las políticas gubernamentales que existan o puedan surgir. Algunos gobiernos promueven ambientes de mercado adecuados para los negocios favoreciendo la inversión extranjera, impuestos más bajos, trámites rápidos y flexibles, protección de derechos, pero, sobre todo, políticas públicas que respondan a la necesidad del entorno. Y, por el contrario, también podemos encontrar países que desarrollan directrices que generan miedo y riesgo en los inversionistas internacionales; por mencionar un ejemplo, estados que no regulan o regulan de manera deficiente la propiedad intelectual, o burocratizan en exceso la oportunidad de generación de emprendimientos.
En los últimos años ha surgido generalizadamente la corriente de libertad de mercado como factor de crecimiento económico en los países, aquellos que dentro de su política económica optaron por no controlar los precios y cantidades de los productos que se ofrecen, superaron en varios indicadores macroeconómicos a los que decidieron ejercer influencia sobre los mismos; por ejemplo, se puede observar una correlación positiva entre la libertad económica y un ingreso promedio más alto por habitante.
No podemos dejar de mencionar que los índices de crecimiento de las economías abiertas superan en más del doble al de las economías cerradas, además de generar mejores expectativas de vida, menos corrupción, menor índice de analfabetismo.
Desde 1995 la fundación Heritage publica anualmente el Índice de Libertad económica, en donde se analizan las economías de los países, se puntualizan en base 100 y se toman en cuenta las dimensiones como: Estado de derecho, gobierno limitado, eficiencia regulatoria, apertura comercial. Cabe señalar que lo que el índice busca identificar es la menor coerción o restricción gubernamental sobre la producción, distribución o consumo de bienes y servicios en un país determinado. Es por ello que la misma fundación define la libertad económica como “el derecho fundamental de todo ser humano a controlar su propio trabajo y propiedad. En una sociedad económicamente libre, los individuos son libres de trabajar, producir, consumir e invertir de la forma que deseen. En sociedades económicamente libres, los gobiernos permiten que el trabajo, el capital y los bienes se muevan libremente, y se abstienen de la coerción o la restricción de la libertad más allá del alcance necesario para proteger y mantener la libertad misma”.
Los países se clasifican en: libres, libres en su mayor parte, moderadamente libres, no son libres en su mayor parte o tienen económicas centralizadas.
Para este 2022, el ranking del indicador de libertad económica lo encabeza Singapur con una calificación de 84.4 seguido de Suiza con 84.2 y, ocupando el tercer lugar, Irlanda con 82 puntos sobre cien posible. Este grupo de países junto con Nueva Zelanda forman los países con mayor libertad económica.
¿Qué lugar ocupa México en este Indicador?
Nuestro país se encuentra en la posición 67, con 63.7 puntos, entre 177 economías estudiadas, debajo de Mongolia y por arriba de Bosnia y Herzegovina, lo que lo sitúa dentro del grupo de países moderadamente libres. Ocupa el puesto 14 entre los 32 países analizados en la región americana.
En donde México sale peor evaluado es en la dimensión de estado de derecho, la aplicación desigual de los derechos de propiedad intelectual, la tardanza en el registro de Marcas y patentes, la influencia del gobierno en las decisiones de las autoridades judiciales, la corrupción sin control y el incremento de violencia, la falta de políticas públicas trascendentales para luchar contra la pobreza, reformas constitucionales para controlar la energía eléctrica y restar independencia a los órganos electorales. Estas son, entre otras cosas, las que afectan más al país.
También es indispensable mencionar que las áreas donde México sale mejor evaluado son, entre otras, su control fiscal, su tasa impositiva, el control del déficit presupuestario, la libertad de la moneda, la red de tratados y acuerdos comerciales, sector financiero competitivo y capitalizado.
No es de sorprender que, hoy, Singapur no solo sea líder en este ranking, sino que también es el país con mejor competitividad, el mejor país para hacer negocios, con un crecimiento económico sostenible y con un PIB per cápita (2021) seis veces mayor al nuestro.
El índice comentado en el presente artículo tiene implicaciones directas en las causas de desarrollo económico de los países, si dentro de los planes del gobierno federal esta posicionar a México como un país competitivo y atraer inversión extranjera, así como generar ese tan esperado crecimiento, tiene mucho que aprender, mucho que trabajar, pero se puede empezar por la congruencia entre la palabra y la acción, por la cada vez menor intervención del estado en la economía y solo actuar en situaciones críticas.
Aún tenemos tiempo de romper cadenas y patrones, aún tenemos tiempo de preparar al país al nuevo paradigma económico.
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