Según cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), este año México cerrará con un crecimiento económico de sólo 5.9%; para ser exactos, eso es un 0.4 puntos porcentuales menos de lo esperado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público que, en palabras del subsecretario Gabriel Yorio González, en octubre de este año pronosticaba que sería de 6.3%.

Si bien es cierto que podemos atribuir el retroceso en el producto interno bruto (PIB) a la tercera ola del Covid-19, no menos cierto es que para el próximo año el panorama económico mexicano es triste y desalentador. La proyección estimada de la OCDE en el mejor de los escenarios para México en 2022 es de sólo 3.3 % y, para 2023, baja a 2.5%.

En otro orden de ideas, si tomamos en cuenta que en 2020 la pandemia hizo estragos históricos en el PIB nacional, desplomándolo 8.5% según el informe publicado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), y para este año se espera que el país sólo se recupere en 5.9%, podemos observar claramente que aún no hemos alcanzado las cifras económicas que se tenían antes de la pandemia. Si el pronóstico de la OCDE para 2022 es correcto, entonces podríamos hablar, ahora sí, de una recuperación económica y, quién sabe, tal vez, al final de ese año, presumir un crecimiento real de 0.7% en términos pre-pandemia.

No podemos dejar a un lado que el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ha sido una venda en la herida sangrante de la economía nacional, ya que la política pública ha quedado a deber. Esperemos que las exportaciones sigan creciendo y que nuestro vecino del norte estabilice su economía, que las vacunas comiencen a mostrar su eficiencia para motivar el consumo y lograr una mejora gradual del trabajo; esperemos también que nuestro gobierno entienda que desde hace más de 25 años estamos inmersos en un mundo globalizado del que México forma parte y depende de otros países, y que la inversión extranjera es necesaria para motivar el crecimiento.

Por último, es importante considerar que, aunque la inflación actual asusta, esta es multifactorial y no es atribuible al 100% al gobierno federal. A pesar de esto, nuestro presidente Andrés Manuel Lopez Obrador parece no hacer nada al respecto de nuevo, y es en estas circunstancias cuando más se necesita de un líder que, a través de sus decisiones y directrices, pueda minimizar los impactos económicos en nuestro país.

Por último, y como se mencionó en líneas anteriores, el crecimiento económico mexicano es proyectado en el mejor de los escenarios, pero, ¿qué pasará si ómicron, la nueva variante del Covid-19, es más contagiosa que la delta? Aún es pronto para saber, ya que la información de la nueva variación es limitada, pero la pregunta, al igual que la economía mexicana, está en el aire, y ambas dependen de medidas preventivas.

Académico de UVM Campus Zapopan.

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