Es muy bien sabido que la inflación se encuentra en los máximos históricos de la última década. En septiembre de este año, la misma alcanzó 8.70% y para octubre esta parece detenerse en 8.53% a tasa anualizada, pero aún sin signos de que se pueda controlar en lo que queda del año.
Por otro lado, tenemos un indicador macroeconómico de suma importancia, que por lo general es dejado a un lado por los especialistas, economistas y medios de comunicación; este indicador es la inflación subyacente. Para medir de manera más adecuada y en parámetros de estabilidad los cambios en los precios en el tiempo eliminando la volatilidad del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INCP) se calcula la inflación subyacente.
Se puede entender entonces que la inflación subyacente mide el incremento de los precios de manera más estable y para ello toma en cuenta bienes y servicios que no son volátiles o que no son afectados por decisiones de gobierno o por condiciones climáticas, entre otras. Este indicador, en palabras del Banco de México, ofrece mayor certidumbre al ser una mejor aproximación del comportamiento de los precios a mediano plazo.
Ahora bien, por lo general, la inflación subyacente suele estar en proporción y por debajo de la inflación general, pero la situación -que por cierto puede ser alarmante-, es que la misma ha roto el ciclo en el mes de septiembre, toda vez que cerró en 8.28% a tasa anualizada. ¿Por qué es de tomar en cuenta lo anterior? Porque la inflación general anualizada en el mes de agosto cerró en 8.70%, situación que se repitió en septiembre, lo que podría dar falsas esperanzas a la población, puesto que se puede pensar que la inflación empieza a controlarse, lamentablemente nada más alejado de la realidad y para esto la inflación subyacente viene a ponernos los pies sobre la tierra.
En el mes de agosto la inflación subyacente cerró en 8.05%, para septiembre subió a 8.28% lo que equivale a un crecimiento de 2.85%, por lo tanto, no hay mucho que festejar. Inclusive, es de tomar en cuenta que, al contrario de la inflación general, la subyacente sigue creciendo. En lo que va del año (desde enero 22 a la fecha) ha tenido un aumento de 33%. No se nos olvide que este indicador tiene mayor certidumbre que le INPC general.
En estos tiempos que corren, con situaciones críticas en el entorno como la crisis económica, la guerra en Ucrania, la posible recesión económica mundial y el cambio climático, entre otras variables del contexto externo, es muy importante contar con toda la información precisa que nos permita anticiparnos a futuros contratiempos o, de ser posible, disminuir su impacto.
El camino a la estabilidad económica mexicana aún tiene muchos baches y complejidades por sortear, aún queda lejos la luz al final y no podemos dejar de mencionar que el Fondo Monetario Internacional ha bajado la expectativa de crecimiento de nuestro país para el 2023 a sólo 1.2%. Por lo pronto, ser cautos y precavidos con nuestros ahorros, inversiones, gastos y presupuestos, es esencial para afrontar el próximo año.
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