Tanto la economía como las finanzas conductuales tratan de comprender como las personas se comportan y toman decisiones, ya sea personal o colectivamente. Ambas son disciplinas que intentan predecir al ser humano como agente económico activo e identificar cómo y por qué se mueve el mercado, logrando con ello mejorar los rendimientos de las inversiones.
Las finanzas conductuales, al igual que la economía (teoría del consumidor), consideran que existen sesgos emocionales, cognitivos y sociales importantes que pueden contribuir a tomar decisiones económicas y/o financieras apresuradas o equivocadas. Identificar bien este camino es esencial para disminuir las pérdidas que se puedan generar en los momentos abruptos de los mercados nacionales e internacionales.
Tal como lo afirma Jaime Martínez, director de Asset Allocation de BBVA Asset Management; “todos tenemos sesgos a la hora de tomar decisiones” o, en palabras de Marcos Islas, vicepresidente de Portfolio Manager Asset de BBVA Asset Management, “la toma de decisiones de cada individuo no es tan objetiva e intelectualmente rigurosa como se piensa en la teoría financiera clásica”. Ejemplo claro lo tenemos con el conocido y llamado efecto manada o gregario, que es cuando un inversionista, al observar que los demás se retiran de cierto instrumento impulsivamente y sin datos comprobables, hace lo mismo. Por otro lado, también se puede caer en el sesgo de exceso de confianza, como cuando un inversionista considera que tiene toda la información real y precisa, que le hace creer que su decisión es la más acertada y el mercado da un giro inesperado.
En la cultura mexicana el sesgo de anclaje es muy común, este se basa en darle más importancia a la información previamente obtenida y analizada que a la nueva que surja y contradiga la anterior. Por ejemplo, nunca falta quien diga que los bienes raíces siempre serán la mejor opción de inversión y no siempre es esto, ya que otros instrumentos pueden, inclusive, ser más rentables.
Cuando vamos a tomar una decisión sobre fianzas o economía, sentimientos como el miedo a perder, exceso de confianza, emociones o pensamientos racionales libran una batalla en nuestro interior que dificulta nuestra objetividad y detonan incertidumbre.
Entonces, ¿cómo podemos identificar un sesgo? ¿Es posible evitarlos?
Cabe mencionar que los sesgos son parte intrínseca de nuestra naturaleza como seres humanos y es imposible evitarlos del todo. Pero sin lugar a duda, la primera herramienta que nos puede ayudar a tratar de identificar y minimizar el impacto del sesgo es la educación financiera; el ser conscientes de las repercusiones de nuestras decisiones será un elemento clave que podrá hacer a un lado la parte del impulso o emoción al querer invertir, comprar o vender algo.
Establecer un control de gastos prioritarios y remitirnos a eso también es una estrategia que puede ayudar en buena parte a cuidar las finanzas personales y mantener al margen los sesgos. En caso de decisiones financieras; sacar ventaja de la teoría clásica y conductual es otra forma en que podemos mejorar nuestra información y toma de decisiones, por ejemplo, por un lado, establecer un criterio base para tomar decisiones (cabeza fría) y por el otro, estar pendientes de las fluctuaciones del mercado, permitirán en buena medida ser conscientes de nuestras acciones.
Establecer un presupuesto tanto para inversiones como para gastos corrientes es indispensable, hacerlo nuestro plan financiero; es medular. No tomar decisiones precipitadas es otra forma de mitigar los sesgos, no dejarse envolver por ofertas o promociones que estén fuera de nuestro presupuesto, es la clave.
Para el caso de instrumentos financieros conocer nuestro perfil de riesgo también es de imperiosa necesidad, toda vez que nos permite identificar que tanto estamos dispuestos a apostar siendo conscientes de las repercusiones (ganancias o pérdidas) y si las podemos soportar. No podemos dejar a un lado el periodo o tiempo de la inversión.
Por último y, al igual que en muchas otras áreas, la disciplina es el detonador para tomar las mejores decisiones financieras posibles. En palabras de Jaime Martínez: “lo importante en el proceso inversor no es eliminar el factor humano, sino conocerlo, detectarlo y aislarlo, para mitigarlo y aprovechar los errores que cometen los demás”.
Académico de la Universidad del Valle de México Campus Zapopan
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