El pasado 20 de agosto se conmemoró el Día Internacional de Recuerdo y Homenaje a las Víctimas del Terrorismo. El Secretario General Guterres señaló: “El recuerdo significa honrar a quienes han perdido la vida.” “También significa mirar hacia adelante y comprender nuestra responsabilidad de prevenir más muertes”.

La reciente retirada de Afganistán de la fuerza internacional encabezada por EUA tendrá repercusiones en la geopolítica de la región y a nivel mundial; el último atentado en Kabul por el grupo islámico extremista ISIS rompió los equilibrios en la relación del EI con el mundo, especialmente con los EUA y sus aliados, ya que considera a los talibanes como herejes por haber pactado con los EUA. Los grupos radicales lo ven como una derrota para los EUA, y las represalias tomadas por los norteamericanos van a generar el resurgimiento de los atentados terroristas contra sus intereses vitales.

Nuestra frontera con EUA nos coloca ante dos posibles escenarios. El primero, es la complicada agenda bilateral que en materia de cooperación internacional y seguridad fronteriza tendremos que trazar con nuestros vecinos. La segunda, implica los trabajos internos de protección de la población civil, el resguardo de las instalaciones estratégicas y las labores de inteligencia tanto civil como militar que es necesario reforzar. Las amenazas a nuestra seguridad nacional previstas en la ley de la materia no son únicamente ataques directos, se refieren también a las acciones de ayuda y financiamiento al terrorismo.

En la relación bilateral los problemas de migración, armas y narcotráfico serán tema de discusión y los norteamericanos querrán imponer algunas políticas o acciones invocando la protección a su seguridad nacional, que no necesariamente son acordes con la nuestra. Debemos tener presente que en 2019 fueron detenidos en Centroamérica miembros del grupo extremista ISIS con información proporcionada por México, y en 2015, el Secretario de Estado norteamericano reiteradamente sostuvo que los cárteles mexicanos estaban vinculados a esos grupos extremistas.

El terrorismo que nos amenaza, sustentado en principios religiosos e ideológicos, aparentemente no tiene vasos comunicantes con el narcotráfico o con las bandas criminales, pero pueden converger, como en el caso de la guerrilla financiada por Pablo Escobar en Colombia y el grupo Sendero Luminoso en el Perú; en la Convención de Palermo se reconocen los vínculos entre la delincuencia organizada transnacional y el terrorismo.

El terrorismo se mantiene vivo gracias a su financiamiento, el GAFI impone la obligación de combatir el delito de financiamiento al terrorismo y obliga a aplicar todas sus recomendaciones para su prevención. El problema para investigar el financiamiento al terrorismo estriba en que, a diferencia del blanqueo de capital, este tiene su origen en recursos lícitos y se mueve en pequeñas cantidades.

En los EUA es la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (DHS) y la Oficina de Contraterrorismo y Lucha contra el Extremismo Violento, los que deben prevenir actos terroristas. En México la responsabilidad recae en las fuerzas armadas, CNI y la GN, además de la UIF. En el 2001 los ataques prosperaron por la falta de coordinación entre las agencias norteamericanas, desinformación de la que incluso fue señalado nuestro País. No permitamos que estos hechos se repitan.

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