Enfrentar la crisis de violencia y criminalidad en México es un desafío que requiere una acción coordinada y un análisis profundo. En este marco, la investigación policial y la investigación criminal son herramientas fundamentales, aunque distintas, para garantizar la seguridad pública y combatir la delincuencia organizada.

La investigación policial abarca una amplia gama de actividades realizadas por las fuerzas de seguridad pública para mantener el orden y la paz. Su enfoque es tanto preventivo como reactivo, orientado a identificar y resolver situaciones que podrían derivar en delitos o que ya han ocurrido y requieren intervención inmediata. La investigación policial no solo se enfoca en la persecución de delitos menores, sino también en la prevención a través de la vigilancia, el patrullaje y el uso de información obtenida de la comunidad. Su propósito es mantener un entorno seguro y ordenado, disuadir la comisión de delitos y, en caso de que estos ocurran, responder de manera rápida y efectiva para proteger a los ciudadanos.

Por otro lado, la investigación criminal es un proceso más específico y técnico, diseñado para abordar directamente los delitos una vez que han ocurrido. A diferencia de la investigación policial, que tiene un enfoque más generalista y preventivo, la investigación criminal es reactiva, rigurosa y meticulosa. Su objetivo es identificar a los responsables, recolectar pruebas y construir un caso sólido que pueda sostenerse en un tribunal de justicia. Este tipo de investigación requiere una gran especialización, involucrando técnicas forenses, análisis detallado de la escena del crimen, entrevistas a testigos y la interpretación de pruebas científicas, asegurando que cada pieza de evidencia sea admisible legalmente y garantizando que los responsables enfrenten las consecuencias de sus actos bajo la ley.

La investigación policial es realizada principalmente por la policía preventiva, que opera a nivel local y estatal con la misión de mantener el orden y la seguridad en las comunidades. En contraste, la investigación criminal recae en unidades especializadas dentro de las fuerzas de seguridad y las fiscalías, cuyos investigadores están altamente capacitados en técnicas investigativas y forenses, operando bajo un marco legal estricto. El gran desafío para México es dotar de esas facultades a la Guardia Nacional y coordinarla con las fiscalías.

En México, el combate a la delincuencia organizada y la mejora de la seguridad pública requiere inevitablemente del fortalecimiento de la investigación criminal. Solo a través de un enfoque que combine inteligencia y rigor investigativo será posible desmantelar las redes criminales que hoy operan con impunidad. Es crucial que el próximo gobierno asuma con firmeza el compromiso de enfrentar esta amenaza, movilizando todos los recursos disponibles y asegurando que las instituciones encargadas de la seguridad y la justicia estén preparadas para el desafío. La voluntad política y la coordinación interinstitucional serán determinantes para lograr avances significativos en esta lucha. Es necesario que el Estado exprese de manera clara su determinación de enfrentar esta amenaza, no solo mediante la represión, sino también a través de la prevención y la disuasión, entendiendo esta lucha como un esfuerzo colectivo que involucra a toda la sociedad.

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