A partir de la década de los 80’s el sector hidrocarburos fue clave para la economía mexicana ya que el sector petrolero representaba el 40 % de los ingresos del Estado y el 12 % del Producto Interno Bruto , llegando a producir 3.38 millones de barriles diarios para el año 2004. Actualmente el sector petrolero aporta 17 % de los ingresos del Estado y alrededor del 1.5 % del PIB, representando una extracción de 1.6 millones de barriles diarios.
Es cierto que México y el mundo conservan un fuerte apetito por los recursos fósiles, los cuales, representan un 84 % del consumo total de energía en la matriz energética mundial. Debido a las inercias económicas, productivas y culturales, la demanda de estos recursos continuará siendo una fuente significativa para satisfacer la demanda energética en el mundo, que, actualmente devora 90 millones de barriles de petróleo diarios. De ahí se puede entender porque la administración actual está canalizando gran parte del gasto público hacia el petróleo, y muestra interés en querer volver a petrolizar los ingresos del país, buscar la autosuficiencia energética, posicionar a México como un país petrolero y así incrementar sus recursos económicos.
Los países desarrollados están buscando ser los primeros en producir, desplegar y comercializar tecnologías “limpias” y renovables, para lograrlo, buscan incentivar su desarrollo y controlar los recursos naturales que servirán como materias primas. Si bien, actualmente las energías no-fósiles representan un 8 % del consumo total de energía en México, su participación e importancia económica y geopolítica serán más relevantes hacia 2050 y hacia finales del siglo, debido al desarrollo tecnológico que priorizará la reducción del impacto ambiental, minimización de costos y eficientizar procesos.
En México en la Ley de Transición Energética del 2015, se introdujeron criterios ambientales como la sustentabilidad, el compromiso con el medio ambiente, el uso de tecno¬logía y combustibles más limpios. Además, esta ley obliga a usar energías limpias en la generación de electricidad, con metas escalonadas (25% en 2018, 30% en 2021, 35% en 2024). Nos encontramos a 30 años de 1990 y a 30 años de 2050. En el intermedio hay nuevos energéticos que se posicionarán de otra manera modificando la estructura del mix energético actual.
Un reto para el sector eléctrico será encontrar un equilibrio entre las fuentes de energía fósiles y la integración de las renovables que permitan cubrir la demanda eléctrica a pesar de la intermitencia de las horas de sol, corrientes de viento y regiones fluviales, que ofrecen un gran potencial energético renovable.
Los desarrollos tecnológicos en el futuro impactarán todos los sectores de la economía. Para ello será importante que los tomadores de decisiones en México tomen en consideración el cambio de paradigma y el nuevo vector energético. ¿Tenemos el marco regulatorio / institucional para incentivar estas tecnologías? ¿Seremos importadores de bienes de consumo final o serán creados en México? ¿Serán empresas mexicanas o extranjeras las que tendrán acceso a los recursos del subsuelo, las materias primas clave y los vastos recursos energéticos derivados de nuestra privilegiada posición geográfica?