Tras el freno legislativo de la oposición ante la propuesta de reforma eléctrica planteada por el Ejecutivo llegó a la Cámara de Diputados la iniciativa de reforma electoral tan solo minutos del cierre del periodo ordinario. Una reforma que a todas luces pone en peligro las conquistas ciudadanas de los últimos 30 años, la independencia del órgano electoral y el régimen democrático que nos ha permitido vivir alternancias y dirimir procesos políticos de manera pacífica.

En primera instancia, la disminución de 500 a 300 diputados federales no solo es una reducción de legisladores, es una reducción de la democracia. Un congreso es el reflejo de su sociedad y en un país con más de 130 millones de personas, el Poder Legislativo es una manifestación más de su diversidad, pluralidad y desde luego, de su complejidad. Los legisladores plurinominales abrieron la puerta a la representación de minorías y a voces que, hasta antes de su instauración, habían sido marginadas de la discusión pública.

El actual sistema de representación mixto garantiza que las y los legisladores o candidatos tengamos la libertad de decidir el esquema por el que vamos a contender evitando así, una excesiva concentración de poder en las dirigencias que permite incrementar los canales de vinculación con la militancia y la gente.

Es gracias a los plurinominales que personajes del talento y experiencia como Dulce María Sauri ex Gobernadora de Yucatán, llegara a la cámara baja y fungiera como presidenta de la Mesa Directiva en la legislatura pasada; el gran Porfirio Muñoz Ledo, uno de los hombres más destacados y sólidos del partido en el Gobierno con una vocación parlamentaria incuestionable.

Contrario a lo que se cree, ser plurinominal no te exime de representar a tu entidad federativa, ni de representar causas, ni estar lejos de tus votantes. Cuando votamos cada tres años, en la parte de atrás de la boleta están los plurinominales y el número de curules ganados por partido va directamente relacionado con su votación, es decir, también son electos por la gente. Desaparecer a los plurinominales sería dejar sin representación causas, entidades federativas y minorías. En 2021 las listas nacionales de los partidos (plurinominales) incluyeron de manera obligatoria cuotas: migrantes, mujeres, comunidad LGTTBIQ , indígenas, y jóvenes. Sin duda, desaparecer a los plurinominales eliminaría esta oportunidad de representación. Por otro lado, me parece absurdo la disminución de cabildos, los regidores y en el caso de la Ciudad de México, los concejales, pues juegan un papel fundamental en a nivel municipal al o en las Alcaldías. Otra propuesta preocupante es la disminución de congresos locales. Un ejemplo es la CDMX que hay 66 diputados locales para una lista nominal de 7 millones, es decir, por cada 110 mil habitantes hay un diputado local en promedio, por lo que no estamos ante una sobre representación como se argumenta.

El gobierno busca elegir por voto popular a consejeros del INE y a los magistrados del Tribunal Electoral electorales. Es decir, los convertiría abiertamente en funcionarios ligados a la maquinaria electoral del gobierno y a los partidos. Se desvirtuaría por completo el papel de árbitros y eliminaría la exigencia de conocimiento de la materia y competencias profesionales. No se puede sustituir la institucionalidad por un concurso de popularidad y dejar que los consejeros entren a la lógica partidista y pasen de árbitros a jugadores.

La iniciativa del Ejecutivo es un intento de reforma totalmente regresiva y antidemocrática. Se discutirá el próximo periodo legislativo a partir de septiembre salvo que Morena busque un apruebe un periodo extraordinario que ahora se ve poco probable. Esta es una reforma derrotada de origen, pues como se vio en la reforma eléctrica, en la oposición convencidas y convencidos de que los retrocesos democráticos e institucionales no pueden encontrar eco en la realidad legislativa.

Diputada Federal

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