En memoria de Emilio Rabasa
Como ladrón en la noche, Morena impulsó de último minuto un transitorio en la reforma a las leyes que norman la operación del Poder Judicial de la Federación para ampliar el mandato del ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia. Se trata de un flagrante atentado a la Constitución, cuyo artículo 97 establece con prístina claridad que el pleno de la corte elegirá de entre sus miembros a su presidente cada cuatro años y que éste no podrá ser reelecto para el período inmediato anterior. Evidentemente una ley no puede contradecir y modificar lo que dice la Constitución, que es ley suprema.
Con un solo artículo transitorio, Morena logró vulnerar principios elementales del Estado democrático, como la división de poderes y el principio de constitucionalidad, y principios generales del derecho, como la no retroactividad y el hecho de que la ley no puede hacerse a la medida de una sola persona. Las justificaciones posteriores demuestran que no se trató de una equivocación sino un atentado con alevosía y ventaja. En palabras del propio ministro presidente de la Corte, cuando se discutió la ampliación inconstitucional del mandato del gobernador de Baja California, se trata de un intento de fraude a la Constitución.
Más allá del carácter abiertamente anticonstitucional de la medida, este episodio refleja cuatro modus operandi que Morena ha utilizado reiteradamente en el Congreso para atentar contra la constitución y la democracia. En primer lugar, el uso descarado de sus partidos satélites como esbirros a sueldo. Además, la propensión a incluir transitorios de último momento para “madrugar” a los colegisladores. Tercero, el atropello de los procesos reglamentarios del Congreso para acelerar e imponer sus reformas, como pretenden hacer en la Cámara de Diputados. Finalmente, la propensión a aprobar reformas legislativas que son abiertamente anticonstitucionales, cuyas acciones de revisión y control se acumulan en las bandejas de la Suprema Corte. Pareciera que el partido en el gobierno le apuesta a cooptar a la Corte para evitar que se pronuncie conforme a derecho sobre la avalancha de leyes contrarias a la Constitución.
Además de la división y equilibrio entre poderes, con esta maniobra artera se sacrificó en el altar de la arbitrariedad una reforma a la operación del poder judicial que llevaba más de un año en preparación y tiene el potencial de cambiar para bien el acceso a la justicia. Una reforma que podría haber sido aprobada por unanimidad y proporcionado un esperanzador respiro de unidad republicana en tiempos de polarización extrema, hoy está inevitablemente marcada por la sospecha. Una vez más, Morena privilegia la concentración del poder a costa de darle resultados a los mexicanos.
En las próximas horas, de forma atropellada y contraria a reglamento, se discutirá y votará en la Cámara de Diputados la minuta en cuestión, con el transitorio autocrático. Algunas voces razonables en el partido de la mayoría -las pocas que quedan- se han alzado en contra del atropello. Algunos comentaristas cercanos al régimen, que no quieren dar crédito a la involución democrática que se está perpetrando frente a sus narices, mantienen la fe en que se corrija el rumbo a tiempo. Todos los partidos de oposición hemos expresado nuestro rechazo, pero a Morena y sus comparsas les alcanzan los votos y no les estorba ningún escrúpulo. En caso de que logren su cometido, estaremos un paso más cerca de la dictadura.
Diputada Federal
@cynthialopezc1