Tras la decisión de Joe Biden de abandonar la candidatura presidencial, su compañera de fórmula y vicepresidenta, Kamala Harris, toma el estandarte demócrata en la contienda por ocupar la Casa Blanca y se coloca en el centro de la que promete ser una reñida contienda electoral. Harris carga sobre sus hombros el honor y la responsabilidad de representar una nueva opción electoral para un electorado desencantado de la política anticuada del bipartidismo estadunidense.

Hija de inmigrantes, su historia de vida está marcada por la influencia de su madre, Shyamala Gopalan, una destacada científica biomédica de origen indio que inspiró su vocación política y la nombró en honor a la poderosa diosa Lakshmi, símbolo de empoderamiento femenino en la cultura india, y de su padre, Donald Harris, un respetado economista jamaicano. Además, su linaje familiar se caracteriza por la lucha por la justicia y la igualdad: sus padres se conocieron en el marco de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, y su abuelo fue un alto funcionario del gobierno que luchó por la independencia de la India en los tiempos de Gandhi.

Aunque en la prensa se la denomina con frecuencia como la “Obama femenina”, apodo que ella rechaza, lo cierto es que Kamala Harris ha trazado un camino propio. Su sólida trayectoria refleja su perseverancia y compromiso por romper techos de cristal y abrir el paso a otras mujeres que aspiran a ocupar puestos públicos y hacer de la representatividad de las minorías una realidad en la política norteamericana.

Tras graduarse en la Universidad Howard, una institución que históricamente se ha caracterizado por formar estudiantes afroamericanos, y especializarse en ciencias políticas y economía, Harris dedicó tres décadas a desempeñarse como fiscal en el estado de California. Además, en 2011, Harris hizo historia al ser elegida fiscal general de California, destacándose como la primera mujer, la primera afroamericana y la primera asiáticoamericana en ocupar dicho cargo.

Como fiscal tuvo logros destacados, como la creación de Open Justice, una plataforma en línea que promovía la transparencia en el sistema de justicia penal al proporcionar datos sobre muertes y lesiones bajo custodia policial, lo que da cuenta de su espíritu democrático y su profunda convicción en la rendición de cuentas.

En 2016, Kamala Harris consiguió uno de los mayores logros de su carrera: ganar un escaño en el Senado de Estados Unidos, en una reñida contienda con la experimentada congresista Loretta Sánchez. Y en 2020 volvió a hacer historia al convertirse en la primera mujer en ocupar la vicepresidencia de los Estados Unidos en sus más de dos siglos de vida independiente. Sin importar lo que ocurra en la elección de noviembre, Kamala Harris ya ha escrito su nombre en los anales de la política estadunidense.

Gracias a su trayectoria y resultados, la incipiente campaña de Kamala Harris ya se consolida como un éxito para el Partido Demócrata. En tan solo 24 horas, Harris recaudó 81 millones de dólares de más de 880,000 donantes, y esa cifra aumentó a 100 millones de dólares provenientes de 1,100,000 donantes para el lunes siguiente, estableciendo un récord histórico para el Partido Demócrata.

En su primer mitin, llevado a cabo en Wisconsin, Kamala sostuvo que 2024 será una elección “entre la libertad y el caos” y que su prioridad número uno de gobierno será proteger y fortalecer a las clases medias. Con este discurso, establece una agenda política de vocación claramente social y democrática en respuesta a las exigencias del electorado.

Sin embargo, el escasamente recorrido camino hacia la Casa Blanca no ha estado exento de obstáculos. Kamala Harris ha enfrentado ataques personales racistas y misóginos provenientes de seguidores de su futuro adversario, Donald Trump. Estos hechos constituyen un doloroso recordatorio de que la violencia política de género continúa siendo un problema persistente, aun en las más altas esferas políticas del mundo.

La elección presidencial del 5 de noviembre se perfila como un evento histórico. Si es elegida, Kamala Harris se convertiría en la primera mujer, la primera afroamericana y la primera persona asiáticoamericana en ocupar la presidencia de Estados Unidos. A escasos días de consolidarse como aspirante a ocupar la oficina oval, Kamala Harris se consolida como un símbolo renovación para el Partido Demócrata y como una esperanza para los electores que exigían una nueva generación al mando del país. Es indudable que su victoria marcaría el comienzo de una nueva era en la política estadounidense.

Diputada Federal

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