La Cámara de Diputados recién aprobó una reforma a los artículos 51 y 91 de la Constitución para que los jóvenes puedan votar y ser votados a los 18 años y para que puedan asumir el cargo de secretario de Estado a los 25 años. Se trata de un cambio muy significativo para los casi 22 millones de jóvenes de nuestro país y una iniciativa que defiendo con plena convicción de que los jóvenes somos agentes de cambio positivo para México. Somos muchas las personas que tenemos la fortuna de encontrar nuestra vocación desde muy jóvenes. Yo misma encontré mi pasión a los 16 años cuando empecé a involucrarme activamente en distintas actividades políticas. Sin embargo, como lo establecía el marco jurídico, debí esperar hasta cumplir 21 años para competir por un cargo de elección popular.
Hoy, esto ha cambiado. Los diputados de la sexagésima quinta legislatura hemos eliminado este candado que limitó la participación política de los jóvenes durante muchísimos años. Esperamos ver los resultados en un año y medio cuando, en 2024, cada vez más jóvenes se animen a participar en la política. Y es que la representación y participación política de los jóvenes importa. Y mucho. Importa porque los jóvenes continúan valorando a la democracia como el mejor de los sistemas políticos y participan en los procesos electorales. Porque cada vez más jóvenes están más y mejor informados sobre asuntos políticos, participan en organizaciones de la sociedad civil y apoyan la movilización social. Porque los jóvenes son el mejor antídoto frente a quienes pretenden cuestionar los pilares básicos del sistema democrático.
Sin embargo, y a pesar de representar una buena proporción de la población y de tener derecho al voto desde los 18 años, los jóvenes ocupan espacios reducidos dentro de instituciones políticas formales, más aún si se trata de mujeres jóvenes. De acuerdo con la Unión Interparlamentaria —organización a la que orgullosamente pertenezco desde hace ya algunos años—, en los parlamentos del mundo los jóvenes constituyen sólo el 1.9% de los diputados y senadores. En México, durante las última diez legislaturas sólo 25 de un total 500 diputados ejercieron el cargo a los 21 años.
El diseño de algunas de nuestras instituciones ha influido en la baja representación de los jóvenes, por ejemplo, en la edad establecida para poder presentarse a unas elecciones o el nivel de representación política de las mujeres. Por esto decidí impulsar esta reforma. Ha sido una lucha personal de varios años porque yo misma enfrenté muchos obstáculos para ganarme un lugar en la política mexicana al ser una mujer joven. Como legisladora y como ciudadana creo en los jóvenes de México. Se trata de una reforma constitucional para las mujeres y los hombres jóvenes, para los miembros de comunidades indígenas, para las personas de escasos recursos, para todas aquellas mujeres que piensan que no hay un lugar para ellas, para quienes, como yo, encuentran vocación y satisfacción en representar los intereses de todos los mexicanos.
Vivimos en un mundo complejo y plagado de incertidumbres. Nuevas generaciones de jóvenes como las generaciones X y Z deberán enfrentar desafíos estructurales como la desigualdad y la pobreza, pero también retos nuevos como el cambio climático, la diversidad, la inteligencia artificial… Es esencial tener a más jóvenes en la tribuna defendiendo sus derechos, sus intereses, sus preocupaciones. Es la hora de los jóvenes porque son ustedes quienes están llamados a desempeñar un papel político y social determinante en el futuro de este país. No importara de que estado provengan, su origen ni condición étnica, su clase social, orientación sexual o credo, al cumplir 18 años podrán votar y ser votados.
Porque hoy quiero a más jóvenes en los congresos haciendo leyes en favor de la educación, la igualdad y el medio ambiente; quiero que cada vez más jóvenes propongan iniciativas para garantizar mejores infancias, soluciones para promover la igualdad entre hombres y mujeres, ideas para que nuestro país crezca y se desarrolle en beneficio de todos. Como dijera el ensayista filósofo y ensayista, José Luis López Aranguren, “el papel político y social de la juventud para el perfeccionamiento de la comunidad es esencial porque la juventud es, precisamente, la edad del inconformismo, de la exigencia de perfección, del hambre y de la sed de justicia. ¡Esta iniciativa es por todos ustedes!
Diputada federal