En este largo trayecto de escuchar a la ciudadanía durante 20 años, la mitad de ellos como representante popular desde el Legislativo, de marchar con ella exigiendo respeto a las instituciones democráticas y de caminar durante más de año y medio las calles de la Ciudad de México para obtener esta candidatura, he confirmado que vivimos en una ciudad con lacerantes desigualdades.

Las disparidades entre el centro y la periferia de la ciudad son enormes y abarcan desde los más servicios públicos básicos, como el agua potable, hasta los salarios. La calidad de vida en la ciudad varía dramáticamente en Benito Juárez y en Milpa Alta, en Miguel Hidalgo y en Iztapalapa, en Cuajimalpa y en Gustavo A. Madero. Reafirmé que, aunque la Ciudad de México es una entidad unificada, son muchas las realidades que alberga en su territorio.

En estos 90 días de campaña, realicé más de 100 visitas a las 16 alcaldías, recorrí los mercados públicos, desde el Martínez de la Torre en la Cuauhtémoc, hasta la Central de Abastos en Iztapalapa, sostuve innumerables reuniones con la sociedad civil y participé activamente en numerosos debates y entrevistas en medios de comunicación.

En mis recorridos, pude palpar uno de los puntos con mayor pobreza urbana, Cuautepec en la alcaldía Gustavo A. Madero, donde los servicios públicos no llegan. Caminando por sus empinadas calles pude entender que, para sus habitantes, los programas sociales no sólo son una ayuda, sino un sostén de vida.

Pude caminar por Xochimilco, que se ha convertido en un símbolo del abandono de la ciudad. En mi recorrido en las trajineras, que recordaba siempre con mucho cariño los domingos familiares, constaté la inseguridad, la contaminación ambiental, la falta de agua en las colonias alrededor y la escasez de transporte público que aquejan a sus habitantes.

Tuve la oportunidad de recorrer Iztapalapa 11 veces. Visité la Magueyera, una colonia donde aún hay calles sin pavimentar y el mayor reclamo de los vecinos es la inseguridad. Estas experiencias reafirmaron mi compromiso con la ciudad en la que crecí y por la que he trabajado tanto.

Tuve el enorme privilegio de acompañar a Santiago Taboada con quien di 11 vueltas a la Ciudad de México. A pesar de conocerlo, y gozar de su amistad, desde hace una década, en la campaña tuve la oportunidad de presenciar al político incansable, al guerrero invencible, al profesionista disciplinado, quien estuvo al pie del cañón, sin excepción, cada día de campaña.

Me encontré con un Santiago Taboada humano, conmovido por los niños y siempre dispuesto a escuchar. Recuerdo que siempre le decía a la candidata a alcaldesa, Karen Quiroga: "llévame a la zona más dura de Iztapalapa", "quiero recorrer Iztapalapa". Pude constatar que el profundo amor de Santiago por Iztapalapa fue bien recibido y correspondido por la gente, quien encontró en él la esperanza del cambio que tanto añoran.

Durante un evento con maestros, organizado por mi madre, quien es docente orgullosa desde hace 40 años, descubrí que Santiago y yo compartimos un vínculo especial: nuestras madres son maestras. Ambos provenimos de la cultura del esfuerzo, y no del privilegio, y estamos profundamente comprometidos con la mejorar la calidad de la educación de los mexicanos. Conocer esto me reafirmó su profundo y sincero compromiso con la educación, el cual sustenta su promesa de reconstruir y dignificar las escuelas, pintar el 100% de ellas y proporcionarles mobiliario suficiente.

Siempre vi a Santiago con una sonrisa, dando lo mejor de sí. Admiro profundamente su actitud ante la adversidad y su optimismo por la causa, los cuales se reflejaron cada día en la disciplina y puntualidad con las que llegó a cada evento, acompañado de un equipo profesional y de su novia, Fer. Con ella recorrí las calles de Tepito, y constaté que, a pesar de las horas extenuantes bajo el sol, nunca perdió su sonrisa.

Estos 90 días en los que recorrí sol y sombra con Santiago Taboada me permiten asegurarles que es un gran hombre por su liderazgo, su gran visión, su disciplina, su dedicación y su extraordinario sentido del humor. Estoy segura de que será el mejor jefe de gobierno porque será el gobernante que la capital necesita: un hombre con una profunda sensibilidad social, un gran amor por la ciudad y un inmenso compromiso con los capitalinos.

Si algo he aprendido de esta campaña, además del inagotable potencial del liderazgo político de Santiago Taboada, es que México no necesita legisladores distantes, inaccesibles, ni petulantes. El Senado no tiene por qué ser inaccesible como el Olimpo, ni puede seguir siéndolo. La ciudadanía nos exige un Congreso de puertas abiertas que sea receptivo a la participación ciudadana y en el que se pueda llegar a soluciones dialogadas y colectivas para los problemas que aquejan a las y los mexicanos. En cada evento, en cada recorrido, en cada reunión, el mensaje de los ciudadanos fue el mismo: queremos conocer a nuestros representantes y que ellos nos conozcan a nosotros.

Estamos ante una elección crucial que definirá el rumbo de nuestra nación. No se trata sólo de elegir a nuestros próximos representantes, sino de decidir el tipo de país que queremos ser. Este 2 de junio nos debatiremos entre la democracia y la dictadura, entre la técnica y la ocurrencia, entre la planeación y la improvisación, entre la visión de Estado y el cortoplacismo político, entre la política hegemónica y la política de la pluralidad.

Quiero agradecer a todos los capitalinos por abrirme las puertas de su casa, de su colonia, de sus calles en estos 90 días. Les voy mi palabra, no les voy a fallar. Seré una Senadora por la Ciudad de México que de Verdad escuche, que de Verdad atienda y que de Verdad resuelva.

Diputada Federal

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