Hace unos meses conocí el caso de un niño. Apenas tiene 13 años y cursa la secundaria. Su madre se me acercó durante una brigada social y me confesó la pesadilla por la que atraviesa: es adicto a las drogas.
Aceptar su situación no le fue fácil. Pedir ayuda no lo fue menos pero sabía que era necesario. De inmediato adoptamos el caso como propio y lejos de criminalizarlo, nos avocamos a asistirle con la mayor de las empatías, sensible y responsablemente.
Es un asunto que en la administración que encabezo, nos lo tomamos muy en serio. Cada semana participo activamente en las sesiones del Comité de Salud Municipal.
De la mano de los expertos y de quienes atienden directamente este fenómeno, lo medimos, lo analizamos y tomamos decisiones para contrarrestarlo.
Al día siguiente convocó a los titulares y al equipo técnico de las secretarías cuyos programas convergen de manera directa en la atención de este problema social.
Atender la situación es una de las prioridades de nuestro gobierno municipal. No bajaremos nunca la guardia en el combate a las adicciones de los menores de edad. Nunca.
Hemos emprendido un programa denominado Atrévete La Neta, en el que el trabajo de campo es esencial. Eso nos ha movido a enfocar todas nuestras baterías a las colonias y escuelas donde tenemos ubicados el mayor número de casos.
Los padres de familia y los maestros no dudaron en abrirnos los espacios y aceptar nuestra estrategia de rescate, de prevención y concientización.
Todos los involucrados tenemos claro que no podemos descuidar a las futuras generaciones. Ninguna ciudad se puede permitir proyección alguna de desarrollo si deja de lado lo más importante.
Hemos duplicado las charlas, las conferencias, las intervenciones y las asistencias puntuales con psicólogos y trabajadores sociales.
Hemos llevado a las zonas más álgidas, los programas de integración social, de esparcimiento y de vinculación al deporte, la cultura y la educación.
Específicamente seguimos cuatro ejes de acción: violencia al interior de los planteles educativos, consumo de drogas en adolescentes, embarazos en adolescentes y uso responsable de redes sociales.
Quizá no sean acciones rimbombantes como la inauguración de obra pública o la puesta en marcha de más y mejores policías. Quizá no sea un asunto del que los gobernantes deseen hablar. Pero nosotros pensamos distinto.
Los núcleos de infraestructura social son la médula del todo. Si las familias padecen de fracturas, todo lo demás está perdido. Reconocer que nuestros menores, cada vez a más temprana edad, son víctimas de las drogas, fue el primer paso.
El segundo, fue ponernos a resolverlo y lo estamos logrando.
Alcaldesa de Guadalupe, N.L.