La historia de la esclerosis múltiple (EM) es similar a la de una novela policíaca, que se remonta siglos atrás, y de la que muchas de sus interrogantes surgidas a lo largo de los años solo han podido responderse recientemente. Descripciones de la enfermedad se remontan a la Edad Media, si bien el padecimiento aún era desconocido.  Una vez que el método científico se impuso en la medicina, la EM fue una de las primeras enfermedades que se describieron científicamente. En 1868, Jean-Martin Charcot, conocido como “el padre de la neurología”, examinó detenidamente a una mujer joven con un temblor que nunca había visto antes, dificultad para hablar y movimientos oculares anormales y, tras su fallecimiento, realizó una autopsia de su cerebro, en donde encontró las cicatrices o “placas” características de la EM. El Dr. Charcot escribió una descripción completa de la enfermedad y de los cambios cerebrales que la acompañan, pero no pudo descifrar qué la causaba ni encontrar un tratamiento.1

A finales del siglo XIX, la EM fue reconocida como una enfermedad específica, primero en en Inglaterra por el Dr. William Moxon y más tarde en Estados Unidos por el Dr. Edward Seguin, y se identificaron algunas de sus particularidades. En 1916, el Dr. James Dawson realizó exámenes microscópicos de los cerebros de pacientes que habían padecido EM y escribió una descripción de la inflamación alrededor de los vasos sanguíneos y del daño a la mielina (componente lipoproteico que recubre las fibras nerviosas o axones de las neuronas para aislarlos y protegerlos, descubierto en 1878 por el Dr. Ranvier). Otro gran avance llegaría en 1935, cuando el Dr. Thomas Rivers probó inyectar mielina a animales de laboratorio para inducir a sus sistemas inmunitarios a atacar su propia mielina, produciendo una enfermedad muy similar a la EM denominada “encefalomielitis alérgica experimental” o EAE, que sería un modelo para estudiar la inmunología y el tratamiento de la EM y allanaría el camino a las teorías modernas sobre la autoinmunidad.

Desde finales del siglo XIX, cientos de terapias se probaron, sin éxito, para el tratamiento de la esclerosis múltiple, incluyendo la belladona, el arsénico, el mercurio y la inyección de parásitos de la malaria, las cuales no solo eran ineficaces, sino también muy peligrosas.2 En 1951, se utilizaría por primera vez la cortisona (un esteroide) para tratar las recaídas de la EM (también conocidas como exacerbaciones, ataques o reagudizaciones de los síntomas), al descubrirse que ésta reducía la gravedad de las recaídas y acortaba su duración, si bien no tenía efectos a largo plazo sobre la enfermedad. Y en el año 1993, surgiría el primer tratamiento efectivo para alterar la historia natural de la EM recurrente-remitente (EMRR): el interferón beta-1b.3 En la actualidad, gracias a una mejor comprensión de la enfermedad, existen más de 20 medicamentos aprobados para los diversos tipos de EM, si bien continúa la investigación para encontrar nuevos y mejores enfoques terapéuticos.

La esclerosis múltiple es una de las enfermedades más comunes del sistema nervioso. En la EM, las células y proteínas del sistema inmunitario, que normalmente defienden al organismo contra infecciones, abandonan los vasos sanguíneos que sirven al sistema nervioso central, se vierten en el cerebro y la médula espinal y destruyen la mielina. Aún se desconoce el motivo de este fenómeno, si bien se cree que una infección vírica sumada a una susceptibilidad genética heredada podría ser un principal factor.

De acuerdo con cifras del Atlas de EM, el estudio mundial más completo sobre la epidemiología de la EM (un proyecto conjunto de la Federación Internacional de Esclerosis Múltiple (MSIF) y de la Organización Mundial de la Salud), actualmente hay 2.8 millones de personas con EM en todo el mundo. Afecta a personas de prácticamente todas las edades, pero es más común en adultos jóvenes y mujeres y en poblaciones de latitudes septentrionales. Suele causar síntomas neurológicos repentinos, como pérdida de visión, parálisis, entumecimiento y dificultades para caminar. El hecho de que muchos de sus síntomas aparezcan y desaparezcan, aunado a la gran variedad e imprevisibilidad de los mismos, la ha convertido en una enfermedad difícil de diagnosticar y de tratar, incluso hoy en día.4

Existen tres tipos de esclerosis múltiple: la EM remitente-recurrente (EMRR), en la que los pacientes presentan síntomas en forma de brotes que se manifiestan durante un periodo determinado de tiempo (pueden ser días o semanas) y luego remiten;  la EM secundaria progresiva (EMSP), que se caracteriza además de los brotes, por una progresión discapacitante; y la EM primaria-progresiva (EMPP), la cual se caracteriza por una progresión hacia la discapacidad desde el inicio de la enfermedad, sin la presencia de brotes. El tipo más común de EM es la Remitente-Recurrente, que afecta a un 80-85% de los pacientes y es más común en mujeres; mientras que la Esclerosis Múltiple Progresiva representa alrededor del 15% del total de casos y es más frecuente en hombres.5

En lo que respecta a México, si bien no existe un registro exacto sobre la prevalencia de la enfermedad, se estima que existen alrededor de 20 mil personas con este padecimiento, es decir, que su prevalencia es de entre 15 y 18 casos por cada 100,000 habitantes. Lo que sí se sabe que es la primera causa no traumática de discapacidad en adultos jóvenes, teniendo en cuenta que suele manifestarse entre los 20 y los 40 años.6

Uno de los principales retos para el tratamiento adecuado de esta enfermedad es un diagnóstico oportuno, que requiere de un abordaje multidisciplinario y de criterios rigurosos que incluyan la presencia de síntomas clínicos y pruebas complementarias, como la resonancia magnética (RM) o la punción lumbar. De acuerdo con una encuesta realizada por Conectando Mentes a 220 pacientes, tras la aparición de los primeros síntomas, 16.4% tardaron al menos un año en recibir un diagnóstico; 9.1% tardó entre tres y cinco años; y 7.7% tardó más de cinco años. Si bien se trata de una encuesta a pequeña escala, nos presenta un panorama sobre la dificultad de diagnosticar este padecimiento.7

Por ello, para Merck, es fundamental sensibilizar a la ciudadanía sobre la existencia de esta enfermedad, mediante actividades como la “Casa de la Esclerosis Múltiple”, una instalación abierta al público que se realiza cada año en el marco del Día Mundial de la Esclerosis Múltiple (celebrado cada 30 de mayo) y que permite a las personas experimentar los síntomas que viven los pacientes con esta enfermedad. Esto, con el objetivo de generar una mayor comprensión de la EM y un tratamiento oportuno, que permita elevar la expectativa y calidad de vida de los pacientes y limitar una progresión discapacitante de la enfermedad.8

Referencias:

1 Loren A. Rolak, , in: Clin Med Res. 2003 Jan; 1(1): 61–62.

2 Multiple Sclerosis Association of America, .

3 Lublin, F. . J Neurol 252 (Suppl 3), iii3–iii9 (2005).

4 Multiple Sclerosis International Federation, , 2020.

5 Rommer PS, Ellenberger D, Hellwig K, Haas J, Pöhlau D, Stahmann A, Zettl UK; Scientific Advisory Group of the German MS-Register by the German MS Society. Relapsing and progressive MS: the sex-specific perspective. Ther Adv Neurol Disord. 2020 Sep 23;13:1756286420956495. doi: 10.1177/1756286420956495. PMID: 33029201; PMCID: PMC7521047.

6 Boletín UNAM-DGCS-375 Ciudad Universitaria, , 30 de mayo de 2017.

7 Consultor Salud, , 27 de mayo de 2022.

8 Merck Group, , Facts on MS.

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