Durante el proceso electoral de este año, hemos sido testigos de un mecanismo innovador en la democracia mexicana: las acciones afirmativas. Estas medidas se aplican en la selección de candidaturas y tienen como objetivo garantizar la representación obligatoria de todas las minorías en los cargos de elección popular. Un ejemplo concreto es la petición que hizo el Instituto Nacional Electoral de que 5 de las 9 candidaturas que se iban a definir en el 2024 correspondieran a mujeres, para lograr que hubiera paridad de género.

Las acciones afirmativas, también conocidas como acciones positivas, se refieren a una serie de medidas diseñadas para promover y empoderar a individuos o grupos específicos. Estas medidas buscan abordar y mitigar las desigualdades de género, socioeconómicas o culturales que afectan a estas poblaciones. Su propósito es fomentar la igualdad de oportunidades y la inclusión en una sociedad diversa y en constante evolución.

Estas medidas pueden incluir desde programas de becas para estudiantes de comunidades desfavorecidas, hasta las cuotas de género en cargos políticos o empresariales, y políticas de acción afirmativa en el ámbito laboral. Cada una de estas acciones está diseñada para abordar una desigualdad específica y crear un camino hacia la igualdad.

Sin embargo, las críticas hacia las acciones positivas que recaen en la distribución de las candidaturas en el poder ejecutivo como lo que va a ocurrir en nuestro país el año entrante, argumentan que la implementación de estas medidas socava el principio de meritocracia, que defiende que las personas más capacitadas deben ocupar los cargos públicos. En otras palabras, si en una circunscripción electoral específica, el individuo mejor preparado es un hombre, una institución electoral no debería imponer que sea una mujer.

No obstante, esta crítica, lamentablemente, no se ajusta a la realidad y se plantea en un escenario idealizado. La meritocracia sólo puede funcionar en un entorno de igualdad. Para que el individuo mejor preparado ocupe un cargo, es fundamental que exista igualdad de oportunidades entre los competidores. En nuestro país, es evidente que las mujeres se encuentran en una posición de desventaja, lo que requiere medidas concretas como las acciones afirmativas para nivelar el terreno de juego.

Es importante recordar que el propósito de las acciones afirmativas no es sacrificar la calidad o la competencia, sino garantizar que todas las voces y perspectivas tengan la oportunidad de ser escuchadas y representadas en un sistema democrático más inclusivo. Estas medidas no son un fin en sí mismas, son medidas correctivas que tienen cierta temporalidad y son un paso necesario hacia una sociedad más justa y equitativa, donde el mérito y la igualdad se combinen para el beneficio de todos.

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