En Querétaro, entidad que pregona su compromiso con el arte y la cultura, hay un problema que se agudiza día con día y sin que hasta el momento ninguna autoridad cultural estatal, y menos federal, haga una propuesta sólida para su resolución. Desde hace una semana, 40 profesores y trabajadores del Centro Nacional de Danza Contemporánea (CENADAC) —la escuela que fundara en esa ciudad la mítica bailarina, coreógrafa y maestra Guillermina Bravo— se declaró en un paro indefinido de actividades por falta de pago; el fin de semana alumnos y padres realizaron una protesta con una clase muestra y con pancartas, pero ante la falta de respuesta lanzaron una petición en Change.org denominada #SALVEMOSCENADAC, y cuya demanda principal es que el gobierno del estado de Querétaro reconozca el legado cultural del centro, pero sobre todo que le otorgue un estatus legal. La situación es seria, pero hasta les han dado largas, y desde la Federación parece no haber interés en meter las manos, aunque hasta hace unos años, el INBAL sí tenía las manos dentro. Las cosas pintan mal para la danza, una vez más.
¿El INBAL en medio de otro caso de acoso?
Todos sabemos que compartir material íntimo sin consentimiento es un delito; no debería ser necesario recordarlo. Pero nos cuentan que, en días recientes, empezaron a circular en WhatsApp capturas de una conversación privada, con imágenes explícitas, en la que se puede ver que uno de los números telefónicos coincide con el de un alto director artístico del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL). Por lo que se muestra en las capturas, se trata de una conversación consensuada. La intención de difundir este material, nos dicen, es buscar el despido del funcionario aprovechando la coyuntura del caso López-Reynoso, que llevó al INBAL a difundir mensajes contra la violencia. Ojalá que no se hagan de la vista gorda, que inicien una investigación y actúen ante algo que tiene graves implicaciones. (Escríbannos a columnacrimenycastigo@gmail.com)