El hermetismo previo a las designaciones para el próximo gabinete ha sido tal que nadie fuera del círculo cercanísimo a la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, ha tenido información precisa y por adelantado sobre ninguna cartera. Cultura no ha sido la excepción y muchos se fueron con la finta de que iba a ser Susana Harp, pero la verdad es que la designación de Claudia Curiel de Icaza no fue una gran sorpresa. El suyo era el segundo nombre que se mencionaba y el enigma finalmente quedó resuelto: la próxima responsable de la Secretaría de Cultura federal ya tiene nombre y apellido, esperamos que también tenga todo lo demás que se necesita para sacar adelante un sector con muchas carencias, pendientes y problemas.
De la historiadora Claudia Curiel, que es parte del dominante grupo formado en la UNAM elegido por la muy puma Claudia Sheinbaum, se han dicho ya algunos datos curriculares generales, pero vale la pena profundizar en algunos detalles sobre su origen para tratar de entender algunos motivos de su designación y también para meter algo de presión en las tareas que deberá cumplir: La familia de Curiel tiene un brillante linaje artístico, académico y en el servicio público cultural; sus tíos, los difuntos historiadores Fernando y Guadalupe Curiel, fueron distinguidos investigadores universitarios y responsables de emblemáticas instituciones; el primero, además de escritor entre otras cosas fue director del Instituto de Investigaciones Filológicas y fundador de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM; la segunda, investigadora y directora del Instituto de Investigaciones Bibliográficas y de la Biblioteca y Hemeroteca nacionales. Su padre, el difunto compositor Francisco Curiel, fue un hombre muy conocido en la industria musical, con fuerte actividad en el mundo del entretenimiento, y qué decir del padre de todos ellos, y abuelo de Claudia, Federico Curiel “Pichirilo”, quien era una suerte de talentoso milusos en la Época de Oro del cine mexicano, dirigiendo, actuando, componiendo o cantando. Lo mismo dirigió “Santo contra las momias de Guanajuato” que compuso la “Nana Pacha”, la pegajosa canción que todos conocemos interpretada por Pedro Infante (esta memoriosa sección recuerda que la escritora Rosana Curiel Defossé, también tía de Claudia, publicó hace años en el legendario suplemento Sábado una entretenida biografía por entregas de “Pichirilo”, el atrabancado abuelo de Claudia, alentada por Huberto Batis). Además, por el lado materno, la próxima secretaria es hija de la escritora y periodista Claudia de Icaza, clienta famosa de los programas y secciones de espectáculos hace algunos años por un polémico libro sobre Luis Miguel, y por la demanda que éste interpuso contra ella, pero perdió. Pues de toda esa cauda de célebres nombres, títulos, talentos, logros y ruidos viene la que será la próxima secretaria de Cultura de México, una mujer que desde la infancia ha estado en contacto cercano con la música, el cine, las letras, el patrimonio, la historia, la academia y la gestión cultural. Considerando todo esto, debería estar muy informada de muchos temas que ahora le competen, y tener muchas ideas para abordarlos. ¿Y ahora qué aportará por méritos propios a la vida cultural de México esta joven integrante de la talentosa dinastía Curiel? Esperemos que esté a la altura de sus orígenes.
“Seremos plurales, incluyentes y propositivos. Seremos tradicionales y contemporáneos”, adelantó la próxima secretaria en su primer mensaje. Por el bien de la gran y diversa comunidad a la que ahora se debe, ojalá cumpla sus buenas intenciones y ojalá que, a diferencia de la menguante Alejandra Frausto, dé las batallas para que la dejen cumplir. Abróchense sus cinturones y bienvenidos sean todos al segundo piso cultural de la 4T…