reacciona tarde, pero insegura. Una semana después de que desafió a las redes sociales con su reto de “Y tú, ¿qué hiciste en el sexenio pasado?”, al preguntar a la comunidad científica “¿dónde estaban durante el sexenio de EPN?, para convertirse de inmediato en carne de memes con su entrañable foto junto a Peña Nieto, la científica respondió finalmente con un hilo larguísimo en Twitter en el que justificó su presencia en la ceremonia en la que recibió el Premio Nacional de Ciencias 2017. “No me fue fácil acudir a dar la mano a un presidente que traicionó al pueblo…”, dijo. ¿Cómo habrá hecho para superar el horror? Nos la imaginamos con una libreta en las rodillas, escribiendo mil veces un día antes “merezco abundancia, merezco abundancia…” hasta que pudo tomar fuerzas para enfrentar a Peña Nieto y no sólo darle la mano sino hasta una afectuosa frotadita de espalda, de lo cual ha quedado constancia en un balconero video que usted puede ver en redes para verificar que no mentimos, porque no nos gusta mentir como le encanta hacerlo a la directora del Conacyth, ¿o Chonacyt o Conashit o cómo era…? El punto es que la doctora se inventa unos cuentos comparables a los de las delirantes Mañaneras. Le explicamos: entre los requisitos para nominar a un Premio Nacional, siempre ha sido obligatorio enviar una carta firmada por el candidato en la que éste acepta participar y aceptar el premio en caso de ganarlo. Es una efectiva táctica antidesplantes. Así que Álvarez-Buylla debió firmar esta carta-compromiso sabiendo desde un principio que tendría que darle la mano al “presidente que traicionó al pueblo” en caso de ganar. Y al ganarlo, de manos del presidente de ese gobierno neoliberal (fuchi, caca, guácala…) Álvarez-Buylla recibió una medalla de oro ley 0.900, cien mil pesos más 792 mil 409.97 pesos adicionales por la Ley de Premios, Estímulos y Recompensas Civiles, un diploma, el aplauso del público y privilegios económicos y honoríficos de por vida que acompañan el premio. Lo obtuvo con todas las de la ley, nadie se lo cuestiona, pero que no invente heroísmos imaginarios ni defensas simbólicas. Pero a estas alturas, ¿a alguien le extraña aún caerle en otra mentira a Álvarez-Buylla?

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