Por andar muy ocupados informando sobre numerosos asuntos que ocurren en el país, no habíamos podido abordar con atención lo que pasa en nuestra propia cuadra, es decir, a unos metros de El Universal, donde en unos meses tendremos de vecina a la nueva sede del (AGA), en Avenida Juárez. Hace unos días comentamos la bronca entre Pedro Salmerón, encargado del despacho del AGA, y Román Meyer Falcón, titular de Sedatu, que construye el edificio que se entregará equipado, debido a la compra de estantes llamados planeras que definitivamente no sirven para resguardar más de 300 mil planos históricos porque no se siguieron las especificaciones técnicas del equipo de Salmerón al hacer la compra. La responsable de este desastre, que esperemos se solucione sí o sí, es una arquitecta de nombre Alin Vázquez, del equipo de Meyer Falcón, que ignoró, no entendió o no supervisó la compra que se le pedía.  A raíz de esto, hemos recibido algunos comentarios de expertos en el tema de los archivos que nos alertan sobre algunas cosas que hay que considerar seriamente. En primer lugar, como vecinos de estas calles céntricas y tumultuosas de la Ciudad de México, sabemos que estamos sobre una zona donde los sismos se viven con mayor magnitud que en otras partes de la capital. Desgraciadamente, en estas calles los grandes sismos no han sido sólo anécdotas tanto en 1985 como en 2017. Justo en el predio y en otras partes de la cuadra donde se ubicará la sede del AGA, en el 85 hubo varios edificios derrumbados por el terremoto; además, en 2017 otras construcciones aledañas terminaron por ser desalojadas debido al daño estructural. Por fortuna, la sede de El Universal es una construcción con estructura que permite resistir fuertes sismos y esperamos que la nueva sede del AGA cuente con mejor estructura que la nuestra; sin embargo la sede de un archivo histórico debe tener normativas técnicas de construcción especiales (equiparables a los de escuelas y hospitales, por ejemplo), además de criterios de conservación para repositorios históricos y por ello nos remitimos a “Las recomendaciones generales para el diseño y construcción de archivos y para la conservación y exhibición de acervos históricos”, publicado por el AGN, que  recomienda como punto número uno  para decidir la sede de un archivo de este tipo: “Se deberá optar por zonas con baja probabilidad de desastres naturales”. ¿Y entonces por qué se reubicará el segundo archivo histórico más importante del país en una zona con antecedentes graves de desastre natural? Al parecer porque el predio, propiedad del gobierno federal, era lo suficientemente grande y se decidió aprovecharlo para realizar la nueva sede del AGA como parte del Programa de Mejoramiento Urbano en la Ciudad de México. Uf, muchos criterios de todo tipo, pero ninguno de conservación. Esperemos que a nuestro nuevo vecino, el archivo histórico, le sean más bien leves los terremotos, pero de una vez advertimos que aquí no se vive lo duro sino lo tupido cuando ocurre. Otra cosa muy importante en la nueva sede es que el archivo estará en el sótano 1 y 2 del edificio, aunque en sus recomendaciones el AGN pide: “El área de depósito debe ubicarse preferentemente en rasante (...) Es importante evitar almacenar documentos en sótanos por el riesgo de inundaciones o frecuentes filtraciones de humedad”. No recordamos inundaciones recientes en nuestras calles, pero humedad sí, mucha; es una zona salitrosa de acelerado hundimiento por lo que la cuestionable decisión de poner el archivo bajo tierra requerirá sin duda más supervisión y mantenimiento. Una vez que se concluya la nueva sede del AGA habrá muchos más detalles que revisar en esta importante obra en la que, esperemos, no pesen más los criterios de los arquitectos que de los expertos en conservación de archivos. Estaremos atentos a los nuevos vecinos de la cuadra.

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