Alejandra Frausto cometió lo que juró destruir: apropiación cultural. La secretaria de Cultura recibió la semana pasada el título honorífico de embajadora distinguida de la cultura de Tlaxcala, otorgado por el Congreso de ese estado. En su discurso dijo que, aunque nació en otro lugar, “gracias al presidente Andrés Manuel López Obrador ya puedo decir, con mucho honor, que soy tlaxcalteca de corazón”. La cuestión es que Frausto, como buen diseñador de una gran “maison” internacional, sólo se apropió de la identidad del tlaxcalteca, pues la comunidad cultural local no ha tenido mucho contacto con la funcionaria que prometió descentralizar la Secretaría. Ni sus propios empleados saben cuándo está la jefa en la oficina en Tlaxcala. También es cuestionable esta acción del Congreso, porque si para ellos lo que hizo Frausto en seis años es digno de una “distinguida” embajadora cultural, la vara está por los suelos.
¿Para cuándo las salas etnográficas?
Sobre el Museo Nacional de Antropología, Diego Prieto, director general del INAH, nos adelantó que, a más tardar en septiembre estarán listas las salas etnográficas, que desde febrero del año pasado están en remodelación. Don Diego nos recalcó con firmeza que no era cierto que estuvieran incompletas, como aquí lo reportamos en abril, cuando las dos primeras salas se inauguraron con “algunos detallitos faltantes”. El funcionario quiere aprovechar el aniversario 60 del Museo para inaugurar las 3 salas faltantes. “Las dos abiertas han tenido buena acogida, con sus detallitos, pero quiero pensar que cuando se inauguren las cinco se podrá generar un equilibrio entre los dos pisos del museo, y mandar mensajes a las escuelas, para que las criaturas acudan al primer piso; yo recuerdo que cuando me llevaron de chiquito al Museo de Antropología mi profe me dijo que no había que subir porque ahí sólo había pueblitos pobres, claro que hay pobreza, pero hay mucha riqueza cultural y de valores”, relató Prieto. Y sí, hay pobreza no sólo en las salas etnográficas que nomás no terminan de remodelar, sino en todo el INAH que, nos cuenta por correo gente de la comunidad, batalla día tras día con muchas necesidades.
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